Beta alta es el término de moda
La industria de la intermediación bursátil pedalea de manera ininterrumpida para que la bicicleta mantenga el equilibrio. Por eso, la magia está a la orden del día. Se trata de sacar conejos de la chistera para que el respetable preste atención. Cuando las tendencias no dan más de sí, que es el caso de ahora después de varias semanas de alzas consecutivas, los analistas recurren a la jerga, muchas veces incomprensible para los profanos.
El palabro de moda en los foros y reportajes que cada día se realizan alrededor de la Bolsa es beta alta, que es la que mide el índice de volatilidad de un valor comparado con la media del mercado. A medida que mayor es la distancia sobre la media, mayor es la beta. Y ésta, claro está, puede ser al alza o a la baja.
En épocas de mejora de los cambios y volúmenes los expertos recomiendan acudir a los valores de beta alta. Cuando pintan bastos, lo ideal es lo contrario, es decir, situarse en valores con beta baja. A éstos se les denomina, con frecuencia, valores defensivos. La teoría está bien para satisfacer curiosidades, pero generalmente es impracticable en la Bolsa. Si la teoría dominara los salones de cotizaciones, la Bolsa sería un juego de niños o quizá no habría Bolsa.
La beta alta a la que tanto apelan los ideólogos del momento puede haber perdido su condición en la coyuntura actual debido al incremento de las volatilidades de los índices que sirven de base, en este caso del Ibex, y, por derivación, de los valores más capitalizados del mercado. O lo que es lo mismo, la beta alta se encuentra en Telefónica y los grandes bancos, por citar dos casos. El seguimiento histórico de este indicador demuestra que estos valores eran, precisamente, lo que los técnicos denominaban defensivos.
La teoría de la beta alta llega, por lo demás, cuando el mercado ofrece síntomas claros de agotamiento, que es justo lo contrario que pregonan los agitadores.