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Margarita Sánchez

'Hay que saber promocionar a los equipos'

Margarita Sánchez, gallega, de 59 años, que acaba de recibir el premio a la mujer empresaria del año, se define como una mujer exigente y reconoce que participa del vicio de no mirar el reloj en el trabajo

Accede a la entrevista una vez que le han entregado el Premio Mujer Empresaria que la Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias (Fedepe) concede cada año a las trabajadoras más relevantes. Le quita seriedad a todo y sugiere que responde mejor a las preguntas tomando un aperitivo. Margarita Sánchez nació en Ferrol hace 59 años. Es licenciada en Económicas y ha comenzó su trayectoria como coordinadora del Plan de Desarrollo del Ministerio de Economía y Hacienda. Durante ocho años ocupó el cargo de presidenta de compañías del Grupo Telefónica como TPI. Ha sido socia fundadora de Índice Multimedia, editora de las guías QDQ y que se vendió el año pasado a Wanadoo. Ahora asegura que quiere cultivar el cuerpo y la mente. Para ello ha creado Arte Distrito 4, dedicado al arte contemporáneo y al sector turístico.

Pregunta. ¿Por qué cree que la han premiado?

Respuesta. Creo que por mi trayectoria profesional y porque no hay muchas mujeres empresarias. Al ser habas contadas me hace estar en primera línea. Pero cada vez hay más mujeres en puestos de responsabilidad, la sociedad es menos renuente a aceptar mujeres en cargos directivos.

P. ¿Cómo se compagina desde un puesto de responsabilidad la vida profesional con la personal?

R. He sido soltera durante muchos años. Mi marido, también alto directivo, aportó tres hijos jóvenes al matrimonio y en un momento dado nos tuvimos que plantear cómo compaginar nuestra labor profesional, a la que no estábamos dispuestos a renunciar, con una nueva vida que estábamos creando. A la mujer se le asigna el papel de educadora de hijos, aunque la sociedad está cambiando en este sentido. Las parejas son más solidarias y la sociedad debería cambiar para asumir el hecho de que la mujer se incorpore al trabajo. Se deberá asumir el coste social para que las empresas tengan, por ejemplo, guarderías. La integridad debe ser cada vez mayor. Y los horarios no deberían ser tan pantagruélicos.

P. ¿Cuál es su horario de trabajo?

R. Le dedico muchas horas porque mi gran pasión es el trabajo. Reconozco que podríamos organizarnos y disciplinarnos mejor. Somos un país de reunionitis y considero que trabajar hasta las 10 de la noche es insano y no es productivo. Yo tengo la suerte de que me divierto trabajando y nunca miro el reloj. Y soy muy exigente con los demás, pero si alguien se tiene que ir antes de la hora no hay problema. Reconozco que soy mala ejecutiva en ese sentido. No me gusta que haya esos horarios tan destructivos, pero participo de ese vicio.

P. ¿Cómo se ve como ejecutiva?

R. Tengo características propias de mi carácter y las propias de las mujeres. Por un lado, soy mandona, no autoritaria, tiendo a trabajar en equipo y a tener relaciones más personales con los profesionales que trabajan a mi lado. æpermil;sta, creo, que es una característica femenina. Las mujeres ejecutivas nos preocupamos más por nuestro entorno. Soy apasionada. No me considero más lista que la media. Tengo por orgullo haber hecho equipos y de haberme rodeado de gente lista, generalmente hombres, pero porque había más hombres trabajando. He procurado siempre sacar lo mejor de las personas y me llena de satisfacción que la gente que ha trabajado conmigo hoy ocupa puestos muy importantes. Hay que saber trabajar en equipo y promocionar.

P. ¿Por qué los altos puestos de las grandes compañías están vetados a las mujeres?

R. En Telefónica yo era la única directiva. En la banca, al margen de cuestiones familiares, tampoco ha habido muchas mujeres. Es tremendo. ¿Cómo es posible que sean tan grandes y sea un reducto de hombres? Todo esto creo que responde a una cultura machista. En el sector público sí que hay mujeres, pero porque han ganado su puesto por oposición.

P. ¿Qué cree que vieron en usted empresas como Telefónica, Alcatel o Amper para confiarle un cargo de responsabilidad?

R. He sido muy peleona y, luego, que soy algo lista. También he tenido suerte de coger el tren más oportuno. Al haber pocas mujeres en mi época, pues era mucho más fácil tener acceso a esos puestos, ya que era mucho más fácil que se fijaran en una. También que he dedicado muchas horas al trabajo y nunca me he desanimado. Resumiendo, gran dosis de suerte, ser listilla, trabajadora y leal.

P. ¿Es importante la lealtad?

R. Creo que cuando confiaron en mí vieron ese factor como importante. Soy leal y creo en los proyectos. Cuando trabajo para una empresa me vuelco en ella. Soy leal a muerte.

P. Precisamente, se habla mucho estos días de la falta de ética, ¿es el gran problema de los altos ejecutivos?

R. La falta de ética ha existido siempre. Lo que sucede es que en el mundo de la comunicación se han producido grandes cambios que favorecen la transparencia. Hace unos años asistimos a la época de las comisiones y ahora estamos en la de la ingeniería financiera. Se trata del fenómeno de crear mecanismos donde compramos el valor futuro de las compañías.

P. También se cuestiona la enorme importancia que tiene la retribución ligada al valor de la compañía.

R. Lo que sucede es que los ejecutivos han pasado a tener mucho protagonismo dentro de las empresas. Las compañías cotizan en Bolsa, el capital se ha socializado, ha dejado de ser propiedad de una persona y los ejecutivos lo que hacen es gestionar y crear valor para esa empresa. No me parece mal que se les incentive y se les motive. A todos los que forman parte de una empresa hay que estimularlos. Hemos tenido una época de gran optimismo y vorágine económica que disparó la retribución de los altos ejecutivos. Lo bueno es que estamos en un mundo cada vez más transparente. Y ese acceso a la información hace que la compañía sea cada vez una empresa mucho más democrática.

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