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Argentina

El fin del 'corralito' exige que se asegure la disciplina fiscal

El Gobierno argentino decidió el pasado viernes desarticular el ya célebre corralito. Esto implica el término de las restricciones a los movimientos de depósitos a la vista del sistema financiero argentino. Resta, sin embargo, el bloqueo de las imposiciones de plazo fijo del llamado corralón.

De esta forma, el Gobierno ha decidido liberar totalmente a partir del 2 de diciembre los 15.000 millones de pesos en depósitos a la vista y en cuentas corrientes y los 9.800 millones de pesos en depósitos a plazo retenidos en el sistema financiero. Esta cifra equivale al tipo de cambio actual, a unos 7.000 millones de dólares o un 70% de las reservas internacionales que posee el Banco Central. No es difícil, por lo tanto, entender que, si el dinero liberado del corralito se traslada en una proporción importante a una mayor demanda por dólares, se rompería la frágil estabilidad cambiaria lograda en los últimos meses.

La decisión tomada descansa, por lo tanto, en el convencimiento de que esta proporción será finalmente baja y de que la mayoría de los fondos liberados se mantendrán voluntariamente dentro del sistema financiero. Varios son los motivos que podrían respaldar tales expectativas.

En los últimos meses la inflación se ha moderado desde el 10% mensual en abril hasta el 0,2% en octubre, alimentando así una mayor demanda de depósitos denominados en pesos. Asimismo, la liberación parcial del corralito para los depósitos a plazo inferiores a 7.000 pesos determinada el pasado mes de octubre significó la salida de tan sólo el 20% o 30% de los fondos retenidos, respaldando la idea de que una proporción importante de los depósitos puede mantenerse en el sistema financiero de forma voluntaria. Gran parte de esta decisión de los clientes de los bancos para mantener sus depósitos en pesos se origina en los estrictos controles de capitales impuestos en Argentina, que impiden a las empresas y personas sacar su dinero del país, dejando como única opción el sistema financiero local.

Pero, con toda probabilidad, la razón más importante que ha alentado al Gobierno a tomar esta decisión, es que la mayoría de estos fondos deberán permanecer en el sistema financiero para fines transaccionales. Es decir, se estima que estos depósitos corresponden en su mayoría a empresas que requieren tener estos fondos dentro del sistema financiero para poder hacer frente al pago de nóminas, proveedores y otros pagos relacionados a su actividad. La reciente sustitución de depósitos atrapados en el corralito por depósitos voluntarios sería prueba de que existe actualmente una demanda transaccional por depósitos mayor a los fondos atrapados actualmente en el corralito.

Si bien la decisión del Gobierno argentino parece bien fundada y probablemente los efectos sobre la estabilidad cambiaria no serán mayores en lo inmediato, como lo muestra la apreciación continuada del peso, no está exenta de riesgos. A partir del lunes, 24.800 millones de pesos se sumarán a los 24.000 millones de pesos y cuasi monedas en circulación como potencial demanda por dólares. Es decir, el peso y el sistema financiero argentino serán más vulnerables. Se hace necesario avanzar en medidas de fondo para lograr la estabilidad monetaria, para prevenir nuevos ataques especulativos contra la moneda y los bancos. La toma de decisiones debería ser rápida para lograr que la fase de tranquilidad que atraviesa el mercado de cambios se consolide. Entre las principales medidas de fondo, se pueden señalar a un estricto control fiscal y a la creación de anclas nominales del tipo de cambio.

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