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Lealtad, 1

Llegan los reyes de la pantalla

Beben cerca de dos litros de café entre las nueve de la mañana y las cinco y treinta y cinco minutos de la tarde. En ese periodo suelen quemar del orden de tres cajetillas de tabaco. Son los reyes de la pantalla. Manejan las diferentes opciones del teclado con una habilidad extrema, porque un segundo puede resultar milagroso o letal, según la orden que se haya introducido.

Las firmas de Bolsa parabancarias ya utilizaron esta especie bursátil rara hace años, cuando surgió el chartismo en España mal importado y peor interpretado, como siempre, de Wall Street. Después de algunos fiascos y otros tantos escándalos tapados, estos magos del corto plazo, del intradía, asaltaron algunas firmas ligadas a cajas de ahorro. Ahora, no hay sociedad de Bolsa independiente que no tenga en nómina a estos magos de la pantalla.

No hay inversores finales en el mercado y los institucionales abonan corretajes escasos, si es que los abonan. Muchos intermediarios bursátiles se han visto obligados a manejar recursos propios durante el año con el objetivo de enderezar las cuentas de resultados.

Los balances que publica periódicamente la CNMV reflejan el uso y abuso de las cuentas propias ante la huelga de brazos caídos de los inversores. Por eso, las sociedades de valores buscan recursos y alternativas para mejorar los resultados. Ahí es donde salta, como en situaciones pasadas y siempre de crisis, la figura del mago de la pantalla. Las Bolsas están en manos de no más de una docena de expertos en la interpretación, siempre libre, de las cifras y estadísticas que aparecen cada día y que mueven los índices. La debilidad manifiesta del fondo del mercado y el auge de la volatilidad obedece, precisamente, a este fenómeno.

Los gestores más famosos señalan que hasta que esta especie singular no desaparezca, la Bolsa seguirá muerta, por mucho que bailen los índices.

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