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País Vasco

Suspende pagos Fabrinor, el último fabricante español de pistolas

La compañía alavesa se ha visto inmersa en los últimos meses en una serie de cambios que han tensionado su tesorería y la han llevado a suspender pagos en los juzgados de la capital vasca, según han informado fuentes de la empresa. La solicitud, que incluye un pasivo exigible del entorno del millón de euros, ha sido admitida a trámite. La antigua Llama Gabilondo realizó durante los pasados meses de julio, agosto y septiembre el traslado de sus equipos productivos, desde la fábrica situada en Portal de Gamarra, a las afueras de Vitoria, a su actual centro en el polígono de Gojain, en Legutiano, un municipio ubicado a 15 kilómetros de la ciudad alavesa.

Esos cambios, que han supuesto una inversión de 3,91 millones de euros desembolsada ya al 50%, se complicaron porque Fabrinor también adquirió nuevos equipos que registraron una serie de problemas técnicos que frenaron su ritmo de producción. Por este motivo y en algunos casos, los pedidos se llegaron a cursar con dos meses de retraso, lo que a su vez repercutía en los cobros, que también tienen que esperar un periodo de tiempo desde la fecha de entrega. La sociedad anónima laboral (SAL) confía en conseguir el levantamiento de la suspensión de pagos a lo largo del próximo año. Las deudas pendientes de cobro se concentran entre sus proveedores y prácticamente no tiene pagos sin cubrir con las entidades financieras. Fabrinor, a pleno rendimiento, factura unos 4,81 millones al año con 73 trabajadores, la mayoría de los cuales son accionistas de la sociedad.

Un superviviente

La antigua Llama Gabilondo es toda una superviviente del sector nacional de arma corta, que en su totalidad estaba ubicado en el País Vasco. Sus otros dos competidores vascos fueron Star-Bonifacio Echevarría, de Eibar (Vitoria), y Astra Unceta, de Gernika (Vizcaya). Ambos bajaron definitivamente la persiana en 1997, después de una historia industrial por separado que duró más de un siglo, y pese a los esfuerzos del Gobierno vasco, que intentó una fusión entre las tres para crear un grupo industrial con futuro.

Por su lado, Llama Gabilondo, fundada en 1904, se transformó en sociedad anónima laboral en 1999 con los ahorros y capitalizaciones por desempleo de sus trabajadores, que consiguieron juntar más de 600.000 para invertirlos en acciones. De paso, la plantilla tomaba la propiedad y superaba la etapa en la que la consultora Gestiber, de Jorge Larrumbide, manejaba la empresa, que desde esa fecha pasó a denominarse Fabrinor.

En la actualidad, Fabrinor trabaja para aumentar el peso de su división de microfusión en sus ventas totales, que ahora son compartidas al 50% por esa área y la más conocida de revólveres y pistolas. En arma corta, el 90% de sus clientes están en EE UU, por la demanda de una sociedad habituada a la propiedad de pistolas y revólveres. En España, la demanda está a la baja, puesto que los principales clientes, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, se enfrentan cada año a recortes para la reposición de armamento. La seguridad privada está al alza y las empresas utilizan revólveres como los de Fabrinor.

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