EE UU, en la trampa de la liquidez

La Reserva Federal ha bajado tipos 12 veces desde enero de 2001. Están en niveles de los años sesenta. El martes el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, afirmaba que la capacidad de maniobrar de la autoridad monetaria es limitada. Que hay elementos que impiden el despegue de la economía que no pueden ser manejados ni por el banco central de Estados Unidos ni de cualquier otro lugar.

Recortar tipos es estimulante para la economía, pero no es el único factor. Así, la liquidez que ha inyectado Greenspan en la economía de Estados Unidos habrá servido para limitar los efectos del estallido de la burbuja, del 11-S y de la enronitis. Pero llega un punto en el que los recortes de tipos ya no tienen efectos, pues están tan bajos que el mercado ya no nota la diferencia.

Cuando falta la confianza da igual inundar el mercado de dinero, porque si éste no se va a invertir en actividades productivas, los nuevos capitales no sirven para nada más que para hacer subir el precio de algunos activos. La deuda y la vivienda suben en Estados Unidos lo que no sube la Bolsa.

En este sentido, las críticas a Wim Duisenberg suenan excesivas. Nadie sabe a ciencia cierta cuál es la receta para Europa. El problema principal es Alemania, motor productivo y mercado para las exportaciones de sus socios. Un cuarto de punto, o medio punto, no hará que las compañías alemanas olviden todos sus temores y empiecen a invertir, ni liberará tantos recursos del consumo para animar la economía. Posiblemente sí, pero el problema principal es, como en Estados Unidos, de confianza.

Lo peor de todo es el significado de la campaña pro tipos bajos. Que numerosos inversores piensen que los tipos solucionarán la crisis significa que todavía no se ha asumido que lo de 1999 fue una gran burbuja. Mientras cunda esta convicción, significa que la crisis aún no se ha purgado.