Disociación es el término de moda
Algunos agitadores de renombre se rasgan las vestiduras en las últimas 48 horas al observar cómo los mercados siguen el curso contrario al de sus peroratas. Lo mismo sucede con determinados sabios. La clave está en que los fundamentos económicos lejos de mejorar empeoran, pero las Bolsas no prestan ahora a este hecho la atención de hace unos meses.
Disociación entre realidad económica y Bolsas es, de este modo, el término de moda en tertulias, debates y artículos de alcance. La pregunta es fácil ¿se equivocan las Bolsas al esconder la cabeza bajo el ala? La respuesta es más compleja, como sucede siempre que se trata de predecir el futuro de los mercados. En esa dificultad, precisamente, reside la esencia misma de éstos.
Los analistas más fríos siempre tratan de indagar en las tendencias y de anticipar comportamientos. Recuerdan, así, que la disociación es consustancial a los mercados. Sucede con harta frecuencia que las Bolsas suben en una situación de deterioro económico y bajan en los mejores momentos del ciclo. Es un peculiar juego a la contra que siempre viene marcado, claro está, por el precio que marquen los activos en cada momento.
Hay quienes argumentan que las Bolsas europeas, más que las estadounidenses, arrojan multiplicadores muy baratos en la actualidad y que los mínimos del 10 de octubre ya cotizaron el peor de los escenarios. Algunos de ellos afloran ahora, como es el caso de la situación en Alemania, tanto a nivel social como político, financiero, empresarial y económico.
Los más alcistas añaden que las cotizaciones de los mercados europeos no han recogido el impacto inducido en la prima de riesgo de los tipos de interés ni, por supuesto, las expectativas de nuevos recortes.
Optimistas y pesimistas, sentimientos enfrentados que han hecho que el despiste se haya instalado en los mercados.