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Relaciones laborales
Tribuna
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Los jóvenes y el trabajo temporal

Las empresas de trabajo temporal (ETT) no han alcanzado todavía en España el pleno reconocimiento social que tienen en otros sistemas y, por lo general, ser empleado por una de ellas suele ser menos valorado que otras formas de contratación laboral. Por eso cuando se dice que en España los jóvenes tienen una presencia importantísima en estas empresas, eso se analiza como un problema más de los que éstos tienen que afrontar, y no como algo positivo.

Es una realidad fuera de toda discusión que las ETT son unas importantísimas empleadoras de jóvenes en España. Según datos del Inem, en el año 2001 las ETT contrataron a 552.780 personas. De ellas, 472.529 tenían menos de 35 años, por lo que entrarían en la categoría de jóvenes según la definición que se viene manejando en los últimos años. Esto supone un 85,5% del total. No es sólo que las ETT contraten a muchos jóvenes, es que los que contratan son muy jóvenes: así, los trabajadores menores de 30 años empleados por las ETT sumaron en el año 2001 un total de 411.758 efectivos, un 74,5% del total; y los menores de 25 años fueron 282.628 trabajadores, un 51% del total. Estas cifras son significativas: más de la mitad de los empleados por las ETT tiene menos de 25 años. Teniendo en cuenta la edad de ingreso al mercado de trabajo corriente en España, es una edad muy baja.

Estos datos cobran sentido comparándolos con los del conjunto del mercado laboral. La EPA da, para el año 2001, una cifra de ocupados de 15.945.600. De ellos, 6.737.600 eran menores de 35 años, un 42,25% del total. Si comparamos la cifra de trabajadores menores de 35 años en el trabajo temporal, un 85,5% del total, con la cifra que encontramos para el conjunto de la economía, un 42,25%, comprobamos que las ETT contratan dos veces más trabajadores jóvenes que el resto de empresas.

Hay que buscar explicaciones para estas pautas de contratación y se han dado muchas. Tradicionalmente, se explicaba por un interés de los trabajadores jóvenes en compaginar trabajo con estudios, lo que en España no se cumple. En realidad, acuden a las ETT ante la falta de empleos de otro tipo, y por la escasa eficiencia de los servicios de colocación para satisfacer sus necesidades específicas.

Para ellos, las ETT son sobre todo un puente para el empleo, temporal o fijo, en una empresa normal. Les permiten adquirir experiencia profesional y realizar contactos, amén de un cierto efecto señalización, que facilita su inserción laboral futura. El índice de retención de trabajadores en misión en las empresas usuarias oscila, según las fuentes, entre un 25% y un 30%. También las ETT se han convertido en España en grandes suministradoras de formación profesional, como consecuencia de las obligaciones legales y convencionales que se les imponen en esta materia, y son los jóvenes quienes más la demandan.

Así las cosas, lo que hay que plantearse es cómo convertir este paso por las ETT que muchos de los jóvenes tienen que experimentar en una ventaja para ellos, en algo que mejore sus expectativas profesionales. Hay experiencias ya en otros países de ETT públicas o semipúblicas con una finalidad de política de empleo, entre otros, de jóvenes. En muchas universidades europeas encontramos delegaciones de ETT en los campus, para ofrecer empleos a tiempo parcial a los estudiantes. Las posibilidades son muchas. En España, donde se ha desechado la creación de ETT públicas, la cosa pasa por adaptar la situación actual para potenciar los aspectos positivos, y reducir los negativos: mejorar la formación, diseño de carreras para los jóvenes, facilitar el empleo en las empresas usuarias, asesoramiento en temas de inserción, oferta de mejores empleos, y contrataciones más largas… En fin, que con el trabajo temporal hay todavía mucho que pensar, y se le puede sacar aún mucho más partido.

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