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Elecciones

Lula proclama el inicio de "una nueva era" en Brasil

Afalta del recuento oficial definitivo, todo parece indicar que Lula ha sido elegido presidente de Brasil por una mayoría cercana al 60%, según apuntaban los primeros datos.

El apoyo expresado por los brasileños refleja, principalmente, una voluntad mayoritaria de cambio de una política económica que no ha puesto solución a las altas tasas de paro (7,6% de la población activa) y de pobreza (casi 100 millones de brasileños viven con menos de dos dólares al día, según Lula).

Ese entorno ha favorecido las posiciones del candidato izquierdista frente a Serra, aunque la acción del próximo Gobierno está ya profundamente condicionada. En primer lugar, tendrá que enviar un mensaje de confianza a los mercados para evitar nuevos ataques especulativos contra la divisa y los activos brasileños.

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En los últimos seis meses, los mercados han reaccionado negativamente a la posibilidad de victoria del Partido de los Trabajadores (PT). El caso más significativo es el de Moody's: en febrero pasado elevó la calificación de la deuda de Brasil y apenas un mes más tarde, coincidiendo con los primeros sondeos electorales que daban una mayoría amplia a Lula, inició una serie de rebajas de los ratings de la deuda que repercutió negativamente en la percepción de los inversores.

A partir de ahí, el real inició una profunda depreciación (de 2,25 unidades por dólar a 3,73 unidades del viernes), que ha disparado la tasa de inflación, ha forzado la subida de los tipos de interés por parte del Banco Central hasta el 21% -uno de los más altos a nivel mundial- y ha elevado el volumen de la deuda pública neta hasta los 201.041 millones de dólares, el 58,3% del PIB, según datos del Banco Central.

Ese dato cobra vital importancia para el futuro de la política económica. El nuevo Gobierno debe negociar con el Fondo Monetario Internacional (FMI) el programa económico bajo el que el organismo desembolsará los 24.000 millones de dólares que restan de la ayuda de 30.000 millones aprobada en agosto. El programa actual establece una meta de superávit fiscal del 3,75% del PIB para un nivel de deuda pública del 58% del PIB, pero un incremento del porcentaje de deuda obligará al Gobierno a elevar la meta del superávit. Algunos analistas como los de Goldman Sachs ya han apuntado la necesidad de elevar ese objetivo al 4% del PIB.

Esas restricciones presupuestarias reducen considerablemente las posibilidades de gasto del nuevo Gobierno y, con ello, el cumplimiento de muchas de las promesas electorales de carácter social.

Programa de corte liberal

El PT ya ha reconocido que el aumento del salario mínimo tendrá que esperar y condiciona su aplicación a la aprobación de una reforma tributaria, que lleva paralizada en el Congreso desde 1999. Es decir, que todo aumento de gasto deberá estar respaldado por un incremento de los ingresos, algo difícil de conseguir en un entorno de recesión económica, alza de precios y altos tipos de interés. La reforma tributaria ha formado parte de las promesas hechas por Lula dentro de un programa de claro corte liberal para ganarse el apoyo de los empresarios y mantener el interés de la inversión extranjera por el país. La contribución del capital foráneo es decisiva para la financiación.

Pese a las concesiones hechas por Lula a los mercados, un Gobierno petista no podrá renunciar a todo su programa social por muchos y variados que sean los condicionantes financieros del momento.

La elección de Lula, a diferencia de Serra, conlleva casi una obligación implícita de llevar a cabo la reforma agraria pendiente, para redistribuir las tierras rurales entre los agricultores y estimular la pequeña producción familiar. No en vano, Lula ha contado con el apoyo del Movimiento de los Sin Tierra en su carrera hacia la presidencia y el incumplimiento de este punto puede provocar una alta conflictividad social.

Para evitar la tentación de que el próximo presidente declare la suspensión del pago de la deuda, como en Argentina, el presidente Fernando Henrique Cardoso ha logrado aprobar una ley por la cual el presidente necesita la aprobación del Senado para declarar un default. Y dada la actual correlación de fuerzas de la Cámara alta, donde el PT sólo cuenta con el 17% de los votos, será necesario un acuerdo entre los partidos para sacar adelante esta medida.

El equipo económico que liderará la transición

El tiempo para celebrar la victoria electoral será corto, pese a que el nuevo presidente no asumirá su cargo hasta el 1 de enero. El presidente saliente, Fernando Henrique Cardoso, ha convocado para mañana la primera sesión de trabajo, primero con el presidente electo y después con los equipos económicos que llevarán a cabo la transición de Gobierno. Entre los designados por la Administración actual se encuentran el ministro de Hacienda, Pedro Malán, y el presidente del Banco Central, Armínio Fraga. Los mercados están pendientes de la designación del nuevo equipo, cuyo perfil será la primera señal que reciban los mercados de lo que le espera desde ahora a la economía brasileña. La prensa local ha barajado varios nombres como posibles hombres clave del futuro Ejecutivo, siempre entre los colaboradores de Lula, dada su amplia ventaja en las encuestas. El presidente del PT, José Dirceu, se perfila como coordinador político del equipo de transición. En el mismo equipo estarán el coordinador del programa de Gobierno de Lula, Antonio Palocci; el secretario general del partido, Luiz Dulci; el asesor económico Guido Mantega, y el senador, Aloizio Mercadante. Lula firmó un pacto en junio con el Partido Liberal por el que acordaron que su presidente, José Alencar, formaría parte de un Gobierno presidido por el PT en calidad de vicepresidente. La figura de Alencar, millonario empresario textil, ha resultado clave para moderar el discurso de Lula y favorecer su aceptación por parte de empresarios, analistas nacionales y extranjeros y buena parte de la comunidad financiera internacional. Alencar también ha resultado clave para la financiación de la campaña petista. Una de sus empresas, Coteminas, ha sido la mayor contribuidora a la campaña de Lula, con dos millones de reales.

Los primeros recuentos indican una clara victoria de Lula

El candidato presidencial del Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inacio Lula da Silva, se perfilaba como el indiscutible triunfador de la segunda ronda de las elecciones presidenciales celebrada ayer en Brasil.Los primeros datos de los sondeos a pie de urna indicaban que Lula es el nuevo presidente brasileño, con un porcentaje de los votos que superaba el 60% de los votos emitidos. El candidato oficialista, José Serra, habría obtenido menos del 35%. Sin embargo, estos sondeos no podrán ser refrendados con datos oficiales hasta después de las seis de latarde, horar de Brasil (las 10 de la noche en España). Está previsto que el resultado del 90% de los votos se difundan a partir de las dos de la mañana de España. Seguro de su victoria tras votar en un colegio público de Sao Bernardo do Campo, la localidad de Sao Paulo donde fue fundado el PT en 1980, Lula declaraba ayer que 'sólo lamento llegar al poder 22 años después de la muerte de mi madre'. Rodeado de una multitud que lo proclamaba como ganador de esta segunda vuelta, Lula afirmó que ayer fue 'el día más feliz' de su vida. Mientras tanto, el candidato oficialista, José Serra, intentaba transmitir una confiaza que no tenían sus partidarios. Las elecciones 'las deciden las urnas, no las encuestas', afirmó Serra luego de votar en un colegio privado de Sao Paulo. Las 406.000 urnas electrónicas instaladas en todo Brasil comenzaron a recibir a las 8 de la mañana de ayer a los 115 millones de ciudadanos habilitados para votar. La votación se extendió durante nueve horas y concluyó a las 17, hora de Brasil (las nueve de la noche en España). Las últimas encuestas, difundidas el viernes pasado, le adjudicaban a Lula una victoria aplastante sobre Serra. Esos sondeos indicaban que el candidato del PT obtendría alrededor del 65% de los votos válidos emitidos, en tanto que Serra recibiría el 35% restante, cifras similares a los revelados anoche por los datos a pie de urna. En la primera ronda, celebrada 6 de octubre, Lula venció con el 46,4% de los sufragios, mientras que Serra logró apenas un 23,2%. Los dos candidatos de centro-izquierda que se ubicaron por debajo de Serra, Anthony Garontiho y Ciro Gomes, llamaron a votar por Lula en la segunda vuelta, lo mismo que hicieron otros políticos de centro-derecha.

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