Exclusividad en el Casino
Manuel García-Miranda trabaja en un exclusivo edificio madrileño de principios del siglo XX, entre mullidas alfombras y tapicerías en tonos rojos, mesas antiguas de madera tallada, una torre de marfil china y un moderno ordenador
Hace siete años que Manuel García-Miranda ocupa el despacho de presidente del Casino de Madrid y apenas ha tocado nada de la decoración y del mobiliario, acorde con el resto del histórico edificio, próximo a la Puerta del Sol. Como aportación personal, unos cuadros con los planos y proyectos de edificios de principios del siglo pasado obra del arquitecto Antonio Palacios. Los descubrió en la buhardilla del edificio y le pareció 'significativo tenerlos en el despacho'. Lo único que lamenta es que durante varios meses ha tenido que apartarlos de su vista porque estos proyectos 'únicos' han servido de ilustración para conmemorar el centenario del arquitecto.
Por lo demás, asegura, el despacho permanece 'parecido' a cuando se inauguró el Casino de Madrid en 1910. Al lado de la sala en la que trabaja guarda un recuerdo para todos los presidentes de tan noble edificio, al que confiesa tener un 'enorme cariño'. No en vano, sus familiares más directos también tuvieron cargo de representación en el Casino y su familia ha sido una de las impulsoras de los cambios que se han vivido en los últimos años en esta institución. 'Ha cambiado y no ha cambiado. Esto ha sido como los seres humanos, que hemos ido cambiando con el tiempo pero sustancialmente seguimos siendo los mismos'. Lo dice porque el Casino nació con el fin de atender unas necesidades sociales, por tanto es una institución que debe nutrirse de savia social. 'Tenemos que tener una comunicación permanente. Si se pierde esa savia te mueres', explica García-Miranda. Como ejemplo, recuerda una anécdota: 'A principios del siglo pasado, la mayoría de las casas tenían un único cuarto de baño. En ese sentido, eran bastante incómodas. Y lo que se hizo fue instalar unos cuartos de baño fenomenales para que los socios vinieran y los utilizarán. Se cubría una serie de situaciones de confort de los socios'. El Casino cuenta con 1.900 socios, de los cuales cerca de 500 son socios propietarios. El único requisito que se necesita para formar parte de tan exclusivo club es, según su presidente, ser 'una persona correcta, que sepa convivir dentro de los principios de un colectivo, que tenga educación y que sea cortés'.
Sobre una mesa antigua reposa una moderno ordenador, que García-Miranda, a quien es imposible sonsacarle los años que tiene, 'su secreto mejor guardado', utiliza todos los días. Es un apasionado de las nuevas tecnologías y del correo electrónico. 'Es un arma de trabajo necesaria, ya que simplifica el trabajo y sirve como herramienta para recuperar información. Los ordenadores nos hacen la vida mucho más fácil'. Dice ser un hombre ordenado, 'dentro del desorden aparente tengo un desorden que en el fondo es un orden'. Sobre los anaqueles de una librería reposa la Enciclopedia Universal Ilustrada y varios libros, que aguardan el momento de ser leídos. Es un apasionado de la lectura y una de sus grandes obsesiones es mantener al día la biblioteca, de estilo neogótico, del Casino, con más de 40.000 volúmenes.
Las tapicerías del despacho son de color rojo, el mismo que impregna el resto del edificio. En un lugar destacado, entre una chimenea, una mesa de trabajo tallada, sofás y butacas, se exhibe torre china de marfil, reproducción de uno de los monumentos que figuraban en la ciudad imperial de Pekín en el siglo pasado y que fue donada al Casino por un socio de la institución. El madrileño Manuel García-Miranda, licenciado en Derecho, posee una dilatada carrera diplomática, en la que ingresó en 1951. Ha sido embajador de Colombia, Zaire o Congo; cónsul en Ginebra, y consejero en varias embajadas. Además, ha sido presidente y consejero delegado de General Property Española, empresa encargada de la remodelación de los terrenos que ocupa el Real Madrid.
40 cosas a la vez
A pesar de la tranquilidad que emana, Manuel García-Miranda es un hombre, cuentan sus colaboradores más próximos, capaz de hacer 40 cosas a la vez.'Estoy acostumbrado de mi época de embajador a resolver las cosas sobre la marcha'. Define una empresa como un armario con cajones, 'que vas abriendo y cerrando'. Admira a aquellos que son capaces de trabajar con música. Yo siempre tengo una disyuntiva angustiosa, a mí me gusta hacer todo a la vez, leer los periódicos pero también ser capaz de escuchar música. García-Miranda exige a todos los que trabajan con él que se entusiasmen con lo que hacen.