La cooperación como estrategia
El rasgo central del momento económico actual es la instauración de la incertidumbre como factor esencial de la configuración de expectativas, tanto en las empresas como en los Gobiernos. La incertidumbre se refiere a la ocurrencia de sucesos de los que no hay precedentes. En la vida empresarial asumimos el riesgo siempre, y la incertidumbre en la medida en que concierne a las innovaciones que generamos, los mercados que abrimos o la relación con un nuevo socio, pero cuando se refieren a temas políticos o de otra índole en los que no podemos incidir, se trata de una incertidumbre sobrevenida que puede tener efectos paralizantes en la toma de decisiones. Esto es lo que ocurre ahora tanto en España como en el conjunto del mundo occidental.
En este contexto, las pymes españolas, con ellas el sector textil-confección, requieren de forma inexorable un marco, que no sólo no obstaculice, sino que facilite y potencie el espíritu emprendedor, dinámico e innovador de nuestros empresarios. Precisamos de una Administración que nos estimule, ayudándonos a definir dicho marco de actuación y defendiéndonos de las prácticas desleales que de forma reiterada se suceden en el comercio internacional.
No obstante, desde hace un tiempo hemos detectado cómo los recursos destinados a promoción exterior, asignados a la Secretaría de Estado de Comercio y al Icex, son reducidos y manifiestamente insuficientes. Las empresas españolas son mayoritariamente pequeñas, lo que supone que el coste unitario de la presencia externa gravita sobre un volumen de ventas pequeño, encareciendo el coste unitario de su oferta. Parte de ese coste puede reducirse, facilitando el proceso de penetración en el exterior con un altísimo efecto multiplicador del gasto público. Para ello, consideramos que se puede y debe ayudar a nuestras empresas en la búsqueda de aliados que ayuden a superar esta problemática de las pymes.
Las absorciones, fusiones y otras formas de cooperación, incluso las transfronterizas, deberían contar con mayores estímulos, dentro de los programas del Gobierno, para apoyar las actuaciones de cooperación, desde el simple acuerdo comercial a la alianza estratégica o la joint venture. Máxime cuando no sólo no plantean ninguna restricción a la competencia sino que permiten hacerla más eficaz.