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Observatorio en la Red
Columna
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La política de 'telecos', clave para la economía

La revolución tecnológica de las tecnologías de la información y telecomunicaciones (TIT) se está pareciendo cada vez más en sus consecuencias a otras revoluciones tecnológicas anteriores (ferrocarriles o electricidad), que incrementaron muchísimo la productividad, pero que fueron poco rentables para sus accionistas. Las grandes revoluciones tecnológicas benefician a los usuarios, a los creadores de las innovaciones y a algunos ejecutivos.

Pero ligado a la innovación tecnológica hay siempre un incremento de la productividad, lo que a su vez impulsa el crecimiento económico. Así el incremento de la productividad en la economía en su conjunto durante el periodo 1995-2000 fue de 1,4 puntos respecto al de 1972-1995, lo que supone un incremento importante, y podría decirse que la mayor parte del mismo puede imputarse al sector de las tecnologías de la información.

Los fuertes incrementos de la productividad de este sector se debieron en gran parte al crecimiento de la inversión en TIT. Pero el problema que hoy se plantea es que la inversión en este sector se está reduciendo, y la consecuencia lógica es que se reduzca en parte el crecimiento de la productividad y, por tanto, de la actividad. Ello influirá negativamente en el crecimiento a medio plazo de la economía, hasta que surja un sector innovador alternativo.

Durante el periodo 1995-2000, la proporción de la inversión sobre el PIB en EE UU creció casi cuatro puntos, de los que el sector de tecnologías de la información incorporó cerca de dos, casi el equivalente a lo aportado por el resto de sectores, sin contar la construcción, lo que significaba un esfuerzo brutal para un sector que representaba menos del 10% del conjunto de la economía.

Pero la financiación de ese fuerte crecimiento de la inversión global no pudo ser cubierto por fondos propios de las empresas, durante el periodo 1997-2000, especialmente en el sector de las tecnologías de la información, y cada vez fue preciso más financiación externa, lo que supuso un creciente endeudamiento de las empresas.

Cuando la enorme burbuja de la Bolsa tocó a su fin, a partir del mes de marzo de 2000, se aceleró el incremento de los precios de la vivienda, que todavía prosigue, propiciado por los bajos tipos de interés y el hundimiento de la Bolsa. En consecuencia, bajó la tasa de ahorro de las familias y aumentó su endeudamiento.

Este endeudamiento se ha incrementado tanto en las empresas como en las familias y la historia muestra que la salida de una crisis de este tipo es siempre más difícil que las producidas por desajustes de inflación o del sector exterior.

El sector de TIT, que sigue muy endeudado, ha sido fundamental para empujar la expansión y también habrá de serlo para salir de la crisis, por lo que la política de telecomunicaciones que se instrumente será importante para el conjunto de la economía.

Parece, sin embargo, que ante la complicada situación económica se está prefiriendo una variante heterodoxa de la política keynesiana, cual es la guerra, aunque ésta se sabe como se empieza pero nunca se conoce como se termina.

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