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Tribuna
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El futuro ya lo veremos

Miguel Ángel Aguilar asegura que los tiempos de esta segunda transición obligan a buscar referencias como, por ejemplo, la de Manuel Fraga, mientras se asiste a 'desviacionismos' como el del gobernador del Banco de España

Si todavía estuviéramos en tiempos propicios para citar a Xabier Arzalluz estaríamos hablando a propósito del proyecto de Presupuestos Generales del Estado de la vuelta del souflé al que se refirió el presidente del Partido Nacionalista Vasco cuando concluyeron los fastos del inolvidable 1992 con el V Centenario, la Expo de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona.

Los nuevos tiempos de esta segunda transición obligan a la búsqueda de otras referencias como, por ejemplo, la de Manuel Fraga. El presidente de la Xunta de Galicia acaba de comparecer el pasado día 8 en el Parlamento de Santiago en el debate del estado de la autonomía para dar cuenta resumida de la acción de su Gobierno en los últimos diez meses.

Son apenas 199 folios en los que explica cómo 'la evolución de los últimos años muestra que el llamado por el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro círculo virtuoso fue la variante alta de un ciclo de crecimiento que presenta ahora perfiles más borrosos pero continuados'.

El incansable titular de Hacienda, Cristóbal Montoro, ha subido solícito a la red para devolver la pelota del disidente Caruana

O sea, que los recalcitrantes aferrados a la doctrina de los ciclos económicos anidan aún en posiciones importantes dentro del Partido Popular, incluso en su misma presidencia de honor, atribuida de modo vitalicio al creador del invento. Parecen inercias invencibles siempre propensas a reaparecer como las malas hierbas. ¿Qué habrá que hacer para desarraigarlas? ¿Acaso la trayectoria de los felices años de Gobierno aznarista definida por el cumplimiento exacto de los deberes en materia económica con sujeción al déficit cero y a los demás criterios de Maastricht deja resquicios para que persista la errónea idea de que existen ciclos económicos? ¿Cuándo se instalará el elemental reconocimiento del progreso indefinido que corresponde fuera de cualquier vaivén a la sabia política económica del aznarismo felizmente reinante? ¿Por qué se sigue negando la evidencia de nuestro crecimiento en todos los órdenes a cubierto de los avatares que afectan a países encomendados a coaliciones rojiverdes como la desnortada Alemania?

Mientras tanto, asistimos a nuevos desviacionismos en las propias filas como el manifestado por el gobernador del Banco de España, Jaime Caruana, durante su comparecencia en la Comisión de Presupuestos del Congreso. Caruana parece penetrado de los viejos espíritus del caserón de Cibeles ahora que la mano de la diosa ha sido encontrada entre las piernas de Neptuno. Regresa el gobernador a la tradición del banco emisor... de doctrina donde fue instalado por el añorado Mariano Rubio. Con ese atuendo advirtió Caruana sobre el endeudamiento de empresas y familias y se apuntó a unas previsiones de crecimiento inferiores en dos décimas a las del Gobierno. Enseguida la oposición investida de lo que el almirante Carrero llamaba el triunfalismo de la catástrofe se ha apresurado a elogiar al discrepante y a dibujar un horizonte de deterioro como si esos pronósticos aciagos fueran a darle la victoria en las convocatorias electorales próximas.

Menos mal que el incansable titular de Hacienda, Cristóbal Montoro, ha subido solícito a la red para devolver esa pelota del disidente Caruana y desactivar sus afirmaciones asegurando por su parte que es bueno que las familias se endeuden en vivienda mientras rehusaba responsabilidad alguna del Gobierno en el alza del precio de la vivienda. A ver si ahora estos madrugadores socialistas dispuestos a señalar la paja en el ojo ajeno reparan en que las causas de ese incremento corresponden a otras Administraciones y para nada alcanzan a la hueste de Aznar. Además convendría que repararan en el camino recorrido desde los tiempos de carencia cuando el español se definía como bajito, con bigote y cabreado porque pensaba que practicaba poco el sexo sin más cuota fija que la convenida con El Ocaso para dejar su entierro pagado, en tanto que llegados la nueva era del aznarismo se entiende por español al ciudadano que muere como propietario de un piso o habiendo iniciado al menos el pago de su hipoteca.

En su gallarda pelea por la recuperación de la racionalidad acompañaron a Montoro el vicepresidente segundo y ministro de Economía, Rodrigo Rato, decidido a mantener sus previsiones económicas sin ceder a pesimismos derrotistas y también el secretario de Estado de Economía, Luis de Guindos, decidido a restar importancia a unas miserables décimas de diferencia entre las previsiones del Gobierno y las del gobernador. En cuanto al futuro, añadió el valeroso secretario, ya lo veremos cuando llegue. Vale.

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