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Tribuna
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La continuidad, un valor en alza

Consolidación. Es la palabra clave que invade el mercado de las telecomunicaciones desde hace ya un par de años. Y sin duda es así. Remontándonos un poco más atrás, el sector sufrió un proceso de concentración importante, cuyos frutos eran de alguna manera previsibles. Hace unos cuatro años se formó un gran número de consorcios y empresas dedicados a la construcción de redes de fibra óptica, así como empresas proveedoras de servicio tanto nacionales, como paneuropeas y transatlánticas.

æpermil;stas eran financiadas por inversores y capital riesgo dispuestos a invertir en un sector de rapidísimo crecimiento y gran demanda gracias a la explosión de las oportunidades de negocio en Internet, a la aparición de la nueva tecnología y aplicaciones para UMTS en telefonía móvil, ávidas de redes de comunicaciones que garantizasen un gran ancho de banda. También la liberalización de los mercados de telecomunicación europeos, creó grandes expectativas en cuanto al crecimiento y al volumen.

Hace tan solo tres años, el precio de 1 Mb/s de acceso (o ancho de banda) a Internet estaba en 42.000 euros/7 millones de pesetas (mensuales), de manera que además se esperaba que fuera un negocio con un excelente retorno sobre la inversión ya realizada.

La evidencia de la inadecuada gestión en algunas compañías no desestima otra más clarividente: parece seguro que sobra capacidad de red Hoy somos más críticos, y más que lo seremos, sobre todo cuando esté en juego el futuro de nuestro negocio o el de nuestros ahorros

Pero ha habido muchos competidores en el mismo mercado dispuestos a invertir en redes de fibra, avalados por inversores financieros. Al explotar la burbuja de Internet en la primavera del año pasado, la gran oferta existente empezó a superar claramente la demanda, lo que ha llevado a muchos operadores a entrar en una guerra de precios y ha causado un declive de precios de un 60% anual.

Aquellas compañías que se han centrado fundamentalmente en el negocio de la reventa de capacidad de transmisión, servicio que ya se ha convertido en un commodity, y que no han sabido crecer en la cadena de valor, ofreciendo servicios gestionados de valor añadido y de mayor margen, se han visto rápidamente inmersas en un círculo vicioso, en el que sus costes de mantenimiento y operación de red superaban a sus ingresos por operaciones. En muchas ocasiones los carriers, teniendo en mente la trampa del Ebitda, están vendiendo por debajo de costes fijos y en ocasiones incluso por debajo de costes variables, con tal de conseguir cuota de mercado, lo cual lógicamente no puede ser sostenible durante mucho tiempo.

La Bolsa ha sido en este periodo una de las principales fuentes de capital. Avaladas por elevadas valoraciones bursátiles, se obtuvieron ingentes sumas para financiar operaciones deficitarias. Como consecuencia, todo el empeño se centraba en mantener a toda costa las cotizaciones en niveles artificialmente altos, más que en el servicio que mueve los negocios.

Sí, irremediable y lamentablemente, estamos atravesando un gravoso momento para los miles de inversores que han depositado sus esperanzas y, por qué no decirlo, sus ahorros en el sector de las telecomunicaciones.

Tras la reciente quiebra de KPN Qwest y el escándalo financiero desatado por Worldcom, se ha generado una reflexión definitiva sobre el sector de las telecomunicaciones que no siempre es justa. Desde luego, no podemos juzgar a una red como la que tenía desplegada KPN Qwest por la quiebra en sí de la propia empresa. Dicho de otra forma, lo que ha quebrado no ha sido una red de telecomunicaciones avanzadas como la que disponía esta compañía, sino que los planes de negocio y las personas que los gestionaban, han acabado con el desarrollo de grandes compañías y de paso con miles y miles de puestos de trabajo.

El problema, de largo, es claro y sencillo de explicar. Las operaciones de un carrier o proveedor de servicios han de autofinanciarse e incluso ir un paso más allá. Este tipo de compañías tiene que contar con recursos o reservas financieras para invertir en servicios y financiar su propio desarrollo.

De otra forma, algunas empresas se han malacostumbrado a recurrir demasiadas veces a sus accionistas, inversores y bancos como fuente de financiación, por lo que es factible que se puedan de nuevo repetir situaciones como las que hemos vivido en tan corto espacio de tiempo.

La evidencia de la inadecuada gestión en algunas compañías no desestima otra aún más clarividente: lo que parece seguro es que sobra capacidad de red. Aquellas compañías que continúen, absorberán el tráfico de los operadores fallidos, sin tener ningún temor a un colapso en las comunicaciones nacionales, internacionales o de Internet.

El mercado crea su propia autorregulación y los clientes no tienen por qué sufrir cambios sustanciales siempre y cuando elijan a un proveedor de servicios que cuente con la estabilidad necesaria para continuar garantizando unas comunicaciones de calidad. A esto hay que añadirle una estabilidad financiera que garantice las operaciones a largo plazo. El mercado ahora es más exigente y elige una vez comprobadas las referencias y la solidez financiera de su proveedor de servicios.

Sin duda esto está empezando a dar lugar a una situación en la que el cliente está y estará dispuesto a pagar el precio justo por un servicio de calidad, avalado por un operador estable, que cuente con suficiente experiencia y garantías.

Acontecimientos como el mencionado de KPN Qwest ponen de relieve la importancia de contar con un proveedor de servicios fiable y financieramente sólido.

Tras una negativa experiencia y el inminente riesgo de sufrir la pérdida masiva de sus comunicaciones con clientes, potenciales clientes y socios, muchas empresas deciden que no están dispuestas a pasar de nuevo por esa situación.

En un reciente estudio del pasado 6 de junio del presente año, Ovum ya avisaba de las posibilidades de subsistencia de los proveedores paneuropeos de red que sobrevivirán al declive de la industria de las telecomunicaciones (www.ovum.com).

Asimismo, Gartner también ha anunciado recientemente la clasificación anual 2002 norteamericana de compañías de Web Hosting, basándose en los criterios de 'capacidad de ejecución' y 'visión completa'.

En la edición de este año Gartner ha añadido el criterio de 'estabilidad financiera' para la evaluación y clasificación de dichas compañías.

Quizás no sea hora de descubrir qué entidades de este tipo ya nos ponen sobre la pista de la fiabilidad de nuestros proveedores o futuros tenedores de nuestras inversiones.

Lo que sí está claro es que la continuidad es un valor en alza, y si no, que se lo pregunten a ese importante número de empresas que se han hundido de la noche al día al fallarle su proveedor de confianza o ese grupo de heterogéneos inversores que depositaron algo más que dinero en alguna de estas compañías.

Decíamos que hoy somos más críticos, y más que lo seremos, sobre todo cuando esté en juego el futuro de nuestro negocio o el de nuestros ahorros.

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