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El retraso en la PAC, un escándalo

La Comisión Europea sacó a flote este verano sus propósitos de reforma de la demente política agraria común. En muchos sentidos era un plan tímido (...). La reforma de propuesta apuntaba fundamentalmente a cambiar, pero no a rebajar, las tremendas cantidades de dinero que la Unión Europea exige a sus contribuyentes para entregar a los agricultores.

El plan fue, no obstante, bienvenido. Hubiera roto el eslabón entre subsidios y producción (...). Muchos países creen, con razón, que les dieron un mal cambio en la Ronda Uruguay: esta vez, como consecuencia, el punto de vista para el progreso es malo a no ser que los países ricos liberalicen la agricultura, mientras los países en desarrollo sepan lo mucho que tienen que obtener. Europa, por supuesto, no es el único infractor rico del mundo. El soporte de la agricultura estadounidense (...) también hace un gran daño a los países con una agricultura en desarrollo, y la reciente factura agraria ha añadido más leña al fuego.

Europa puede haber utilizado la genuina reforma de su política agraria para alentar a EE UU a reducir sus propios subsidios. Una vez más, nada de esto hubiera sucedido si los defensores de la política agraria común hubieran seguido su camino. Los optimistas pueden decir que la reforma no está muerta, solamente postergada. Pero ahora Europa tiene su mejor oportunidad de poner en orden el lío de su política agraria, antes de admitir nuevos países fuertes en esta materia, cuyos Gobiernos podrán tener incluso mayores intereses en defensa de su statu quo. El retraso en la reforma es un escándalo. Y el señor Gaymard ministro francés de Agricultura y sus compañeros son una vergüenza.

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