Demos libertad a los operadores europeos
Los operadores de telecomunicaciones europeos tienen dos problemas. Uno es el familiar asunto de la deuda, alimentada por las costosas adquisiciones realizadas en la burbuja tecnológica destinadas a pagar las licencias necesarias para operar con las redes de tercera generación. Estas carísimas licencias han exigido a los operadores dar cobertura a la tercera generación con determinados plazos de entrega.
Asimismo, plantea la necesidad de que se realice usando una tecnología muy particular, autorizada por los reguladores europeos a instancias de la Comisión Europea. La tecnología, denominada W-CDMA, sólo tiene una gran pega: no funciona. Sonera, la operadora de telecomunicaciones finlandesa, enchufó su novedosa red 3G el pasado 1 de enero. Pero nadie puede utilizarla (...). La dificultad estriba en que los auriculares y las redes todavía no funcionan de forma conjunta y apropiada.
La mayoría de los operadores planean utilizar equipos y redes de varios suministradores. Asegurarse de que todos hablan el mismo lenguaje supondrá un año o dos más (...). La mayoría de las licencias europeas de 3G fueron vendidas en subastas. Así que subvencionar o relajar los requerimientos podría suponer un peligroso precedente para futuras pujas. Pero las licencias van a tener que ser enmendadas si los operadores no pueden cumplir los plazos para la entrega porque están forzados a usar una tecnología que no funciona. Los operadores deben tener la opción de suministrar los servicios usando una tecnología diferente a la existente. La mayoría, probablemente, se mantendrá fiel a W-CDMA (...). Pero, en última instancia, deben tener libertad de elección.