¡Feliz no-Presupuesto!
Recuerden cuando Alicia se encuentra con unos personajes del País de las Maravillas que están celebrando una merienda de 'no-cumpleaños'. Alicia se sorprende, pero ellos le explican que es más divertido celebrar los no-cumpleaños porque se cuenta con 364 días al año para festejarlos, mientras que los cumpleaños sólo se pueden celebrar una vez al año.
De la misma forma, parece que el Ministerio de Hacienda, convencido de que España está ya en el País de las Maravillas, ha descubierto que si presenta un no-Presupuesto puede hacer a todos felices.
La razón de ser de unos Presupuestos generales es explicar con claridad cuánto se va a gastar el Estado y en qué se va a gastar la cantidad para la que pide autorización al Parlamento.
Pero el Gobierno español ha descubierto que cuando un Presupuesto dice claramente cuánto se gasta, no gusta a aquellos que creen que se debe gastar más ni a los que creen que se debe gastar menos. También ha llegado a la conclusión de que no debe decir claramente dónde se gasta, porque podría ser criticado por los que prefieren otros destinos del gasto.
El no-Presupuesto para el año 2003, al no explicar cuánto se gasta ni dónde se gasta, hace a todos felices.
Los partidarios de que no haya déficit quedan complacidos porque las cifras cuadran (aunque la oposición acusa al Gobierno de que ni siquiera le cuadran las cifras presentadas). Aquellos que piensan que, con una inflación doble de la europea, sería suicida incurrir en déficit, pueden felicitar al Gobierno por presentar unas cuentas sin déficit.
Pero, a la vez, el Gobierno deja felices también a los que piensan que, en un momento de desaceleración como el que estamos atravesando, el Ejecutivo debería forzar el gasto y endeudarse.
Como explicó el ministro Montoro -'¿Alguien ofrece más gasto en inversión?', dijo desafiante-, la inversión pública crecerá en 2003 más de un 13%, crecimiento muy superior al escuálido 4% que aparece en los Presupuestos, porque la mayoría de los gastos de inversión (los AVE o los trasvases, por ejemplo) no figuran en el documento presupuestario, sino que se gastan a través de sociedades interpuestas.
Por tanto, en lo que se refiere al cuánto, todos están felices con el no-Presupuesto.
También se consigue la felicidad de todos en cuanto al destino del gasto.
Aquellos que creen que España debe gastar menos en Defensa y más en I + D para aumentar la productividad de nuestra economía, están encantados con un Presupuesto que aumenta sólo el 0,9% los gastos en Defensa mientras los gastos en investigación aumentan un 8,3%.
Pero también los más belicosos pueden estar felices, pues -como ha explicado recientemente el ministro de Defensa con gran candidez- no hay que fijarse en lo que dicen los papeles del Presupuesto, porque una buena parte del gasto en Defensa se ha escondido en el Ministerio de Ciencia y Tecnología. Por tanto, también todos pueden felicitar al Gobierno por el destino de los gastos que aparecen en el no-Presupuesto
Cuando el Gobierno presentó la Ley de Estabilidad Presupuestaria algunos dijimos que en España hacía falta antes contar con una Ley de Transparencia Presupuestaria. Lamentablemente, durante estos últimos años hemos ido hacia atrás en información estadística y, desde luego, en transparencia presupuestaria.
Desde que llegó el PP al Gobierno han dejado de ser públicos documentos tan importantes como la información tributaria detallada o los acuerdos de estabilidad con las comunidades autónomas, por dar sólo algunos ejemplos de la opacidad creciente.
En esta situación de total desinformación, algunos se atreven a criticar o a elogiar el no-Presupuesto. Como Alicia, yo prefiero irme de este espectáculo diciendo que 'es la merienda más estúpida a la que he asistido en toda mi vida'.