Las maravillas de las cifras
Es maravilloso encontrarse con unos Presupuestos que no se ven afectados por la coyuntura económica ni pretenden influir sobre la misma. Unos Presupuestos que tampoco este año se podrán comparar con los del año pasado excepto en que su endeudamiento supera el déficit.
Es maravilloso que estando creciendo al 2%, con una inflación del 3,6%, los Presupuestos digan que el año próximo creceremos el 3% con una inflación del 2% sin que se explique mediante qué instrumentos se va a producir tan milagroso cambio de situación.
Es maravilloso que nos vuelvan a repetir que van a bajar los impuestos, van a gastar más en casi todo y, además, ¡con déficit cero! Quien dijo que la cuadratura del círculo no era posible es que no conocía la contabilidad creativa ni los mecanismos de propaganda política que permiten decir hoy lo que quieras siempre que tengas cuidado de no dar luego información para que se controle si has hecho lo que dijiste. Total, el año que viene nadie se acordará de lo que dicen ahora, como no nos acordamos de lo que dijeron al presentar los Presupuestos del 2002, hace un año.
Los europeos se han dado cuenta de que el Pacto de Estabilidad es compatible con el sentido común. Lo que maravilla es que el Gobierno no se haya enterado
Es maravilloso que a devolvernos lo que nos han cobrado de más estos años por no haber actualizado la tarifa y los mínimos del IRPF por la inflación le llamen una bajada de impuestos. Y que lo digan días después de haber hecho público en una universidad de verano el dato de que la presión fiscal ha subido en los años de gobierno del Partido Popular.
Es maravilloso que presenten planes cada semana, de apoyo a la familia, para mejorar la seguridad ciudadana, contra la violencia de género, etcétera, y que luego se les olvide poner en los Presupuestos el dinero necesario para llevarlos a la práctica. El aumento en gastos para luchar contra la inseguridad ciudadana ni cumple lo anunciado en el plan presentado la semana pasada, ni nos devuelve, tan siquiera, a la situación existente en 1996.
Es maravilloso que el déficit cero se consiga no sólo gracias a las cotizaciones sociales, como el año pasado, sino a las comunidades autónomas a las que quieren transferir el coste de medidas como la calidad de la educación o las mejoras sanitarias en una concepción según la cuál ellos gobiernan para la televisión y sus fiestas las pagan otros.
Es maravilloso que no haya manera de saber si la inversión en infraestructuras crece o no porque no todos los gastos están declarados en el Presupuesto.
Es maravilloso que cuando nuestras familias tienen problemas para llegar a fin de mes, no encuentran guarderías públicas, tienen que reducir su consumo porque han perdido poder adquisitivo, el paro ha crecido en más de 190.000 personas en el último año, el endeudamiento aumenta y el valor de los fondos en Bolsa han caído, el Gobierno presente déficit cero.
Es maravilloso que cuando nuestras empresas reducen sus inversiones porque pierden competitividad por una inflación descontrolada, por un menor gasto público en I+D, en carreteras y en formación que nuestros socios, el Gobierno presente déficit cero.
¿Cuánto tardaremos en darnos cuenta de que una cosa está relacionada con la otra y que el coste para las familias y las empresas del déficit cero es menos crecimiento, menos protección social, menos competitividad, menos empleo y menos productividad? El resto del mundo parece que ya lo sabe. Incluso los europeos ya se han dado cuenta de que el Pacto de Estabilidad es compatible con el sentido común y las necesidades diferenciales de los países. Lo que maravilla es que aquí, el Gobierno no se haya dado cuenta todavía.