El mayor apoyo popular a Lula acentúa el temor del mercado
Se atisban cambios políticos para Brasil con el candidato izquierdista en clara ventaja sobre sus oponentes. Según la última encuesta realizada por Ibope, termómetro político de intención de voto, Lula, líder del Partido de los Trabajadores (PT), cuenta con un 41% de votos, cerca del 44% necesario para ganar las elecciones en la primera vuelta.
Para pesar de gran parte de los inversores, el candidato oficial, José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), se mantiene en un 19%. Serra es el candidato que mayor apoyo obtiene por parte de los inversores debido a que se le identifica con la política económica del presidente Fernando Henrique Cardoso. El candidato del Gobierno se ha consolidado por delante de Ciro Gomes, del Partido Popular Socialista (PPS), quien ha perdido tres puntos y cuenta esta semana con un 12% de intención de voto.
Con este escenario, es muy posible que sean José Serra y Lula da Silva quienes luchen por la segunda vuelta el 27 de octubre, si es que este último no consigue la mayoría absoluta el próximo día 6. Lula ha liderado las encuestas desde marzo, mientras que Serra ha ganado terreno en los últimos meses. Por su parte, Gomes mantuvo el segundo lugar hasta que comenzaron las campañas televisadas, en las que el candidato oficial tenía más minutos gracias a los resultados de su coalición en las últimas elecciones.
El candidato del PT no esconde su intención de aumentar el gasto social, lo que provoca temores en lo relativo a su posible política fiscal y rechazo creciente en los mercados. Asimismo, se teme que propicie una relajación del control sobre la inflación, lo cual afectaría negativamente a la estabilidad macroeconómica y deterioraría el poder de compra de los consumidores.
Por lo tanto, a pesar de que Lula se ha comprometido a respetar los contratos existentes y a no reprogramar la deuda, persiste la desconfianza a lo que decidiría después de las elecciones.
La moderación en el discurso de Lula y la firma de un acuerdo de ayuda financiera del FMI por 30.000 millones de dólares -24.000 millones de los cuales estarán disponibles sólo una vez que el nuevo presidente ratifique el actual acuerdo- han moderado los ánimos del mercado.
Lula ha hecho declaraciones para tranquilizar a los inversores extranjeros y ha elegido como vicepresidente a José Alencar Gomes da Silva, senador del Partido Liberal (PL) y hombre de negocios respetado en Brasil. De hecho, los diferenciales de la deuda brasileña se han estrechado 600 puntos básicos frente a su máximo en julio y el real ha frenado su caída.
No obstante, los bajos precios de los activos financieros brasileños siguen delatando una elevada incertidumbre sobre el futuro de la economía brasileña.
Es muy probable que los candidatos de la oposición, en caso de ser elegidos, sean más moderados en sus propuestas y observen con más detenimiento las restricciones fiscales y las condiciones impuestas por el FMI. Si el mercado está o no sobrerreaccionando a la situación política está por verse. Lo cierto es que la incertidumbre sobre las directrices de política económica de Lula mantiene a todo el mundo en ascuas. Además, aunque el nuevo acuerdo con el FMI supuso un respiro, el dinero no es suficiente para reparar el daño que el riesgo político ha supuesto, ya que la verdadera inquietud procede de la incertidumbre en torno a las elecciones y a los posibles cambios después, sobre todo si gana Lula.