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Cine

Valores tradicionales y finales felices

'El padre es abuelo', comedia a la que la Metro aportó sus mejores activos, y 'El pequeño lord Fauntleroy', ejemplo de cine familiar, hoy con CincoDías

n año después de la exitosa El padre de la novia (1950), la Metro Goldwyn Mayer produjo su secuela, dejando la dirección de nuevo en manos de un Vicente Minelli en la cima, consagrado como uno de los mejores realizadores gracias a Un americano en París (1951). En El padre es abuelo, junto con El pequeño Lord Fauntleroy, la nueva entrega de la colección Obras Maestras del Cine Clásico que se vende todos los sábados conjuntamente con Cinco Días, el productor aportó a sus mejores colaboradores, decidido a repetir el éxito de la primera parte.

La película se rodó en tiempo récord, 22 días, debido en gran parte a que se aprovecharon los decorados de El padre de la novia. Si de la Metro hubiese dependido, se hubiera rodado una tercera parte, pero Spencer Tracy rehusó repetir la imagen de padre bonachón. El actor tuvo que aceptar ese rol de hombre paternal, recto y bondadoso, explotado sobre todo por la Metro y aprovechado en numerosas comedias. No en vano fueron personajes como el de Stanley Banks de esta saga -por cierto que por la primera parte el actor consiguió una de las muchas nominaciones al Oscar- los que mantuvieron inalterable su estatus.

En El padre es abuelo, Stanley Banks todavía está recuperándose de los problemas de la boda de su hija, cuando recibe la noticia de que la pareja espera un niño. Convertirse en abuelo no le hace especial ilusión y le lleva a discutir con su mujer (Joan Bennett) y sus consuegros. La película rebosa de simpáticos momentos entre Tracy y su hija en la ficción, Elizabeth Taylor, recién casada con Nicky Hilton en la vida real. La complicidad se extendió más allá del rodaje y a partir de ese momento la actriz de los ojos violetas llamaría siempre pops (familiarmente, papá) a Spencer Tracy.

Una de las primeras producciones de David O. Selznick tras dejar la Metro Goldwyn Mayer (estaba casado con la hija de Mayer) fue El pequeño lord Fauntleroy (1936). El productor tenía las ideas muy claras: encontrar a los actores más adecuados para cada personaje y eso significaba que no siempre eran los más conocidos. Y ése fue precisamente el acierto de la película. Para el papel protagonista, eligió a la pequeña estrella de la Metro Freddie Bartholomew, que un año antes había participado en David Copperfield y que más tarde destacó en Capitanes intrépidos al lado de Spencer Tracy. Dolores Costello, en el papel de madre, o C. Aubrey Smith, actor inglés especializado en aristócratas, fueron otros dos aciertos, pero por encima de todos, destaca la elección de Mickey Rooney como el pilluelo Dick. El actor fue una de las grandes estrellas de los años treinta, formando junto a Judy Garland (mujer de Minelli) pareja cinematográfica en 10 películas, casi toda musicales.

El pequeño lord es la historia de un niño americano, nieto de un viejo lord inglés. Como su heredero, viaja a Inglaterra acompañado de su madre, que no es del agrado del noble cascarrabias, para vivir con él una nueva vida. Se trata de un excelente ejemplo del cine de su época, que exalta los valores tradicionales. Además, cuenta con una excelente banda sonora del aclamado Max Steiner (Casablanca, 1943).

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