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Secretos de despacho
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Bogart, con los abogados

El director del bufete Clifford Chance, Jaime de San Román, trabaja en un espacio funcional, donde apenas tienen cabida los objetos personales. Tan sólo un pequeño homenaje al humorista Groucho Marx y al protagonista de 'Casablanca'

Asegura que en Clifford Chance no existe la despachitis y que el tamaño del despacho no importa. Para el socio director del bufete de abogados, Jaime de San Román, 'no es algo decisivo para demostrar ningún poder ni para impresionar a ningún cliente'. Todos los ejecutivos de este bufete tienen el mismo modelo de despacho. 'Trabajamos en un espacio muy funcional y práctico, sin lujos. Ya no se impresiona a nadie por los muebles, los cuadros y las alfombras. Lo que importa es la profesionalidad, el servicio y el trabajo que tu hagas', añade De San Román.

Entre sus objetos preferidos destacan dos figuras, una con la imagen de Groucho Marx, 'porque me encanta el cine y los abogados necesitamos mucho sentido del humor para poder trabajar, y del actor Humphrey Bogart, 'es genial y me encantan sus películas, es como un pequeño homenaje', señala.

Pasa una media de 12 a 14 horas en su despacho, aunque advierte que los horarios los marcan los clientes, 'nos debemos a ellos y son ellos los que deciden'. En cuanto a manías, señala que apenas tiene, salvo su afición por todos los objetos de papelería. 'Me encantan los cuadernos y los bolígrafos. En ese sentido, soy un poco maniático y muy detallista. Sigo escribiendo a mano, lo prefiero al ordenador. La calidad pasa por que todo esté bien escrito', agrega este abogado, al que no le gusta trabajar rodeado de fotografías familiares ni cuadros. 'Huimos de los objetos y de las cosas personales. Aquí sólo tiene cabida todo lo relacionado con los temas profesionales'. Tan sólo un cartel con un dibujo de æscaron;rculo para ilustrar unas jornadas de Derecho Comunitario impartidas en la Universidad Menéndez Pelayo (Santander).

El último en incorporarse al despacho es un pequeño Buda, regalo de una compañera de trabajo. 'Me gusta guardar los regalos que me hacen los compañeros y la gente con la que tengo relación'. Por lo demás, el despacho presenta una cierta austeridad. Las paredes están forradas por estanterías, donde se ordenan unos cuantos libros de consulta y documentación de operaciones, 'es nuestra memoria histórica'. Reconoce no ser muy ordenado, 'el abogado que es ordenado debe ser un superhéroe'. Y dice no estar obligado a tenerlo todo en orden porque a las visitas y a los clientes los recibe en otra sala, 'es cuestión de orden y de confidencialidad'.

Jaime de San Román, madrileño de 49 años, es licenciado en Derecho, profesor de Derecho Mercantil. Trabajó como director de la asesoría jurídica de Citibank. Desde hace 12 años trabaja en el despacho Clifford Chance, donde dos años más tarde fue nombrado socio. Desde hace un año es socio director del bufete en España. Entre las cualidades que exige para poder trabajar a su lado, enumera, en primer lugar, el inglés, 'ya que se trata de una herramienta de trabajo, es el idioma de los negocios'; además de un buen expediente académico, 'ya que permite a todo el mundo acceder al trabajo, no sólo a la gente que es de Madrid, sino a los de fuera, a la gente humilde, sin contactos, te sirve de filtro'.

De San Román explica que lo prioritario es la gente normal, 'aquella que sabe trabajar en equipo'. Porque en Clifford Chance, donde trabajan 130 abogados (22 de ellos socios), les importa que haya buen ambiente. 'Es un trabajo que o te encanta, o no puedes trabajar en un despacho. Ante todo es un trabajo que no te deja indiferente'. Además, el abogado tiene que saber despertar confianza, 'es un profesional que tiende a ser una prima donna'.

Un poco mafiosos

En una estantería, Jaime de San Román tiene un bolo, obsequio de unos alumnos a los que en una ocasión dio una serie de conferencias. También tiene un repertorio de 12 muñecos diminutos que se asemejan a la imagen de los famosos gánsteres. Los vio, le gustaron y los compró. 'Creo que encajan en la imagen de un poco mafiosos que han tenido siempre los abogados. Estos profesionales, junto con los banqueros, siempre han sido muy discretos, pero de un tiempo a esta parte se ha despertado un gran interés por estas figuras'. Esto, agrega, tiene que ver con el modelo anglosajón, 'donde existe una prensa rosa del abogado'. En España, de momento, todo es más discreto.

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