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Tribuna
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Sistema de contrastes en Cuba

Nuestra misión: somos un restaurante dedicado a las especialidades de la cocina italiana capaces de satisfacer los gustos de nuestros clientes habituales y grupos turísticos que nos visitan en un ambiente rico en elementos patrimoniales dentro de un entorno único de historia y cultura'.

Supongo que, al leer esta descripción de la misión de una empresa de restauración, el lector supondrá que es una frase copiada de algún folleto relativo a un establecimiento de nuestro país. Sin embargo, he reproducido lo que figuraba en un cuadro impreso colocado en el acceso de un restaurante de La Habana. La publicación de la misión iba acompañada por la de la visión que consistía en 'convertirse en un centro de obligada referencia y prestigio internacional' y por un detalle de los objetivos, que sintéticamente eran aumentar ventas, mejorar costes y tener beneficios todo ello con referencias numéricas concretas y realmente muy ajustadas. Cabe añadir además que esta declaración de objetivos, misión y visión no era retórica, sino que respondía al espíritu de un local que además se dedica a promocionar expresiones culturales novedosas, mediante las actuaciones nocturnas de grupos musicales que van más allá de la típica, tópica y repetitiva rumba.

Al verlo pensé que era un caso singular en Cuba, en la medida en que el restaurante era de una 'entidad turística extrahotelera' perteneciente a una compañía privada o semipública. Pero durante mi visita a la isla pude percatarme de que la introducción de esta nueva línea de gestión iba penetrando en hoteles, museos e incluso en un mercado público en una ciudad del interior. En este último caso, incluso se habían esmerado en escribir la misión en un gran mural decorado con reproducciones de los distintos tipos de frutos más frecuentes en la isla. El colorido y la composición del mural eran francamente atractivos.

Si todo esto lo hubiera visto en cualquier país capitalista, probablemente no le habría prestado apenas atención porque es habitual encontrar cuadros o tablones de este tipo en los vestíbulos, talleres y oficinas de muchas empresas. En cambio, en Cuba me llamó la atención básicamente por el contraste de un planteamiento de gestión empresarial de este tipo frente al sistema económico imperante.

El tópico es que todo funciona mediante un sistema centralizado con empleados estatales muy burocratizados y poco preparados y motivados para atender a los clientes. Es cierto en parte, aunque habría que ponerlo en duda y corregirlo en otros casos, además de los indicados.

No puedo dejar de decir que hay cosas que no funcionan de forma alarmante y llamativa, como el transporte público de personas y el mantenimiento de las viviendas, aunque todo ello contraste con el esmerado mantenimiento de todas las zonas verdes. En La Habana las casas están destrozadas, pero los parques y los parterres de las avenidas son una maravilla, resultado no sólo del clima y la rica naturaleza, sino del trabajo de multitud de personas.

El transporte público prácticamente no existe en los trayectos de largo recorrido, en los que impera el camión para desplazarse, y en la ciudad es absolutamente precario. Pero también aquí se detecta algún contraste, como que el ferrocarril disponga de pantallas de televisión para dar la información sobre horarios y, sobre todo, que haya empezado a introducir la medida de devolver el precio del billete cuando el tren llega con más de una hora de retraso.

En todo caso, lo que nadie espera es que haya una preocupación por la eficacia y la eficiencia, como he ido tratando de demostrar con estos pequeños ejemplos, extraídos de la observación de una turista que tuvo ocasión de hablar con muchas personas además de visitar a algún conocido. Percibo que, tal como pasa en China, el espíritu emprendedor no se ha perdido del todo, sino que se ha mantenido a niveles muy superiores a los que se detectaban en los países del este de Europa. Entrar a comprar en una tienda o a comer en un restaurante no es una molestia para los empleados, que se preocupan por atraerte a su negocio y darte explicaciones, que no excusas, cuando tienen algún problema.

Todo ello creo que es altamente positivo ante la incertidumbre que innegablemente se cierne sobre ese pequeño país que en un momento dado dividió a la opinión mundial con su revolución y su experimento de crear un nuevo marco de relaciones económicas. Probablemente el experimento se aguante hoy por los pelos y las expectativas de continuar en esa línea sean bastante escasas. Quizás esta pequeña apertura y la propensión a adaptarse a nuevos estilos de gestión empresarial sean un ejemplo de la capacidad de evolucionar y prepararse para una transición pacífica que es lo que más deseo para esa isla paradisíaca y sus habitantes.

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