Bajo el influjo de los atentados
Expertos e inexpertos se preguntan en los últimos días el porqué de la mejora de los mercados estadounidenses desde mediados de la semana pasada. Las cifras económicas y empresariales conocidas en el periodo, añaden, no son tan vigorosas como cotizan los mercados. El empleo, por ejemplo, ha mejorado a costa de aumentar el déficit público y los resultados de las empresas no aguantan cotizaciones tan altas por mucha que sea la propaganda de los bancos de inversión. Las Bolsas, así, vuelven a fundamentar sus alzas en coyunturas de especial relieve psicológico y técnico.
En las múltiples ceremonias que se celebran en los últimos días en recuerdo de los atentados terroristas de hace un año contra Estados Unidos ha dominado el miedo a una repetición de actos terroristas. El hecho que no se hayan producido ha provocado un efecto balsámico. Los mercados estadounidenses son muy dados, desde siempre, a jugar con los sentimientos. En octubre suele producirse un fenómeno similar, porque es el mes que recuerda los crash. En circunstancias normales, los precios suben con fuerza.
Luego están las razones puramente técnicas. La ausencia de inversores finales ha dejado el mercado en manos de los profesionales en arbitraje y de los expertos en derivados. Por ello, los índices de volatilidad son ahora más altos que antes. También, la presión especulativa sobre los grandes valores de las Bolsas que desde hace semanas se comportan como auténticos chicharros.
Alguien ha dicho que el verdadero curso bursátil en Estados Unidos, y por derivación en el resto del mundo, comienza el día después del 11-S. Hasta entonces, la concentración de quienes ahora participan en los mercados es máxima en recuerdo de esa fecha. Cuando pase, todo volverá a la normalidad. Los mercados tendrán que volver a ampliar su radio de acción y analizar otros asuntos.