Bertelsmann reniega de la nueva economía y se centra en reducir la deuda
Gunter Thielen, el nuevo hombre fuerte de Bertelsmann, aterrizó en la compañía el pasado mes de julio y desde entonces ha dado la vuelta a la empresa de medios alemana, la segunda de Europa. Su objetivo es reducir la deuda y su intención, volver a los negocios tradicionales y apartarse de todo lo que huela a Internet.
No es el momento de grandes saltos', declaró Gunter Thielen, el nuevo presidente de Bertelsmann, nada más tomar posesión de su cargo el pasado mes de julio.
El nuevo piloto de la mayor empresa de medios alemana y la segunda de Europa no ha tenido reparos en declararse totalmente en desacuerdo con el rumbo que había tomado la compañía bajo los mandos de su antecesor, el carismático Thomas Middelhoff.
En pleno furor de la nueva economía, Middelhoff llevó a la centenaria empresa alemana a una loca carrera de compras de compañías de Internet, estrategia que acabó volviéndose contra él cuando los vientos de la nueva economía dejaron de soplar con fuerza.
Thielen tiene ahora una colosal tarea, desmantelar el imperio de Internet que creó su antecesor y tratar de sanear las cuentas de la legendaria compañía. 'Es la fase de la consolidación. Haremos menos negocios y nos asentaremos en las divisiones tradicionales', afirmó en julio.
El nuevo rumbo que ha tomado la compañía ha podido verse con creces esta semana, cuando el gigante de medios hacía pública su intención de desmantelar su división de venta electrónica de libros, a través de la librería en línea Bol.com y las tiendas virtuales de DVD y CD.
Todos estos comercios electrónicos estaban integrados en una división del grupo llamada Directgroup, que englobaba los clubes de libros, con 28 millones de usuarios en más de 19 países. A Directgroup pertenecía también BeMusic, que operaba a través del club BMG MusicService y la tienda en línea CDNow. En 1999 se incorporó la librería Bol, que sólo logró obtener unos ingresos de 100 millones de euros en el periodo 2000-2001.
En cambio, las pérdidas de la división se hacían cada vez más grandes. Sólo en la segunda mitad del año pasado, Directgroup registró pérdidas por valor de 125 millones de euros. La intención declarada de Thielen no es sólo deshacerse de Bol.com (cerrada esta semana), sino también de CDNow, y es probable que la participación del 36% que la empresa alemana posee en la librería virtual Barnes & Noble sea también vendida.
Sobre Bol, la compañía explora opciones de salida para ésta y otras filiales en Suiza, Holanda y Suecia, con un total de 140 empleados. Según aparecía esta semana publicado en varios medios alemanes, el competidor estadounidense Amazon estaría interesado en adquirir parte del negocio. Otra opción mencionada por un portavoz de Bertelsmann es vender Bol a sus actuales empleados.
La ilusión rota de Napster
Pero el mayor fracaso de Bertelsmann en su incursión en la nueva economía ha sido la frustrada compra de Napster, que Middelhoff emprendió en el año 2000. Tras dos días de audiencias, el juez que administra la bancarrota de Napster, Peter Walsh, rechazó las condiciones de la operación por no considerar apropiada la participación de ex directivos de la empresa en la compra. Walsh reconoció que la decisión 'significará probablemente la liquidación de la empresa'.
La empresa, cuyo servicio de intercambio de música no está activo desde julio del año pasado, fue una de las estrellas de Internet y supuso una revolución en el mundo de la música digital, llegando a contar con más de 60 millones de usuarios.
El grupo alemán había llegado a un acuerdo con los directivos de Napster el 17 de mayo y ahora éste ha sido anulado por el juez. 'Aceptamos la decisión de la Corte y la compra no tendrá lugar', señaló esta semana el comunicado de Bertelsmann.
Según algunas estimaciones, la empresa alemana se ha gastado en Napster más de 80 millones de euros desde 2000.
Los resultados del grupo de medios, sin embargo, no han sido todo lo malos que vaticinaban algunos analistas. Según anunció la compañía esta semana, durante el primer trimestre del año los beneficios casi se duplicaron, alcanzando 1.063 millones de euros, en comparación con los 577 millones en el mismo periodo del año anterior. Estas optimistas cifras han sido resultado, según los analistas, de la venta de la participación que Bertelsmann tenía en la división europea de AOL.
La poderosa familia Mohn y la salida a Bolsa
Tras la marcha de Thomas Middelhoff, la familia fundadora del grupo Bertelsmann ha recuperado la voz cantante en la compañía, tras unos años en los que Middelhoff gestionaba la empresa sin sombras. Liz Mohn, la esposa del patriarca prusiano Reinhard Mohn, quinta generación familiar en el negocio desde que en 1853 Carl Bertelsmann montara una editorial para publicar biblias, es ahora la persona que dicta las consignas al nuevo presidente. Uno de los mayores planes de Middelhoff, y que provocó el enfrentamiento con la familia Mohn, era la salida a Bolsa. El nuevo presidente se ha apresurado a matizar que la participación de la familia Mohn quedará fuera en el caso de una eventual entrada en los parqués. La propiedad de Bertelsmann está dividida entre la familia Mohn (un 17,6% del capital) y la llamada Bertelsmann Stiftung (con el 57,3%). Ninguna de las dos tiene derecho de voto directo, pero forman juntas (en una proporción de 23% y 77%, respectivamente) la llamada Bertelsmann Verwaltunggesellschaft (BVG), que tiene el 75% de los votos en Bertelsmann Media Worldwide. El otro 25% corresponde a los belgas del Groupe Bruxelles Cambert (GBC, con el 25,1% del capital), que llegaron a la compañía de la mano de Middelhoff a través de la compra del grupo televisivo RTL, con el compromiso de salir a Bolsa en el plazo de tres años. La cuestión ahora es si los planes se cumplirán o, como en el caso de la nueva economía, se desharán como un castillo de naipes.