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La enoteca

Cómo conservar el vino

Existen una serie de condiciones ambientales para que la evolución del vino en botella sea la adecuada. El paso del tiempo afina y pule los taninos y desarrolla nuevos aromas y sabores, ganando en equilibrio y adquiriendo el deseado buqué.

Por supuesto, no todos los vinos agradecen una larga crianza en botella, por lo que antes de guardar un vino durante largos años debemos identificar si agradecerá el paso del tiempo o si, por el contrario, perderá aroma o se deteriorará.

¿Conviene guardarlo? Realmente sólo se justifica una conservación del vino en casa cuando se ha adquirido antes de alcanzar su mejor momento de consumo, aunque muchos aficionados desean tener en casa una bodega a modo de colección privada.

La temperatura. Resulta muy difícil guardar un vino durante un largo periodo, pero si optamos por ello debemos elegir el lugar más adecuado dentro de la vivienda, aquel cuya temperatura sea lo más constante posible, sin superar los 20º C en verano ni bajar a menos de 10º C en invierno.

Luz y humedad. A estas condiciones hemos de añadir otras como la ausencia de luz, que acelera los procesos de oxidación; la humedad perfecta, pues un exceso (más del 85%) puede enmohecer o pudrir el corcho y un defecto (menos del 55%) lo secaría y se generarían grietas por donde el aire penetra.

Uso exclusivo. Además se evitará que la bodega se encuentre cerca de electrodomésticos que generen vibraciones o en zonas afectadas por los ruidos de carreteras o ferrocarriles.

Asimismo, la bodega debe ser dedicada en exclusiva a la guarda de vino, evitando utilizarla como despensa de alimentos o de otros productos como artículos de limpieza que despidan olores.

Posición horizontal. La posición idónea de conservación del vino debe ser horizontal.

En caso de crianza larga el vino se colocará con la etiqueta hacia arriba para luego presentarlo en mesa en una canastilla respetando la misma posición que ha tenido durante la conservación, evitando así que se muevan los depósitos o sedimentos.

Los vinos que no evolucionan en botella pueden conservarse en posición vertical, como los generosos, los brandis, los oportos, los moscateles o los vinos de Madeira.

Con respecto a los vinos espumosos, los expertos dictan que se conservan mejor de pie, porque tanto el gas carbónico como su elevada acidez atacan el corcho, haciéndole perder elasticidad.

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