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Ferran Juncà

'Los éxitos no me gustan en solitario'

Trabaja rodeado de regaliz, caramelos y pastillas de colores. Ferran Juncà, de 46 años, cambió la docencia en la universidad por la aventura de dirigir una empresa de golosinas, cuyo producto estrella, un osito de gelatina, cumple ahora 80 años

Acabó con una nota excelente, así aparece en su currículo académico, la carrera de Económicas y Empresariales en la Universidad Autónoma de Barcelona. Trabajó en el Ayuntamiento de Barcelona y consiguió una plaza de profesor en la Escuela Universitaria de Estudios Empresariales de Girona, donde ocupó distintos cargos como subcoordinador del departamento de Economía y administrador y gerente del Colegio Universitario de Girona. Ferran Juncà, de 46 años, hoy director general de la empresa de golosinas Haribo, trabajó, además, como asesor de distintas empresas antes de incorporarse como director comercial de la empresa de su familia. Es miembro fundador de las empresas Masterfarm y Farmadiet. Juncà celebra este año el 80 aniversario de los ositos de gelatina, el producto estrella de Haribo. Por si alguien quiere envidiarle, trabaja rodeado de caramelos, regaliz, pastillas y grageas de colores.

Pregunta. ¿Cuál es la receta, hoy día, para sobrevivir dentro de una empresa?

Respuesta. Fundamentalmente, el secreto está en formar a un buen equipo de profesionales y sobre todo mucha dedicación e ilusión para emprender iniciativas. Lo importante es saber delegar y que cada miembro del equipo asuma su parcela de responsabilidad dentro de la compañía. Hay que tener confianza en los profesionales. Hace siete años éramos seis personas dentro de la compañía y ahora somos 175.

P. ¿Y cuál cree que ha sido su principal aportación como ejecutivo?

R. Me gustan los retos y en ningún momento la compañía ha dejado de crecer. Yo he intentado formar un equipo de profesionales y sobre todo buscar un equipo de líderes. Cada uno en su vertiente, es necesario que todos tengan espíritu de equipo y que sean los mejores. Yo pido siempre a todos que actúen como si la compañía fuera suya. Una empresa es como una mesa, tiene que tener las cuatro patas muy bien equilibradas, con los clientes, los accionistas, los proveedores y los empleados. Yo trato a todos por igual. No se pueden establecer diferencias.

P. ¿Es eso algo que olvidan con frecuencia las empresas?

R. Por desgracia se olvida con bastante frecuencia. Mucha gente se cree imprescindible, pero no hay que olvidar que es importantísimo saber tratar a todo el mundo con educación y exquisitez. Por ejemplo, si tratas bien a un proveedor, sabes que cuando lo necesites siempre lo tendrás a tu lado. El principal trabajo de un alto ejecutivo es trabajar para que todas las patas de la mesa estén equilibradas y funcionen. Mi único mérito es ése, tener un buen equipo de líderes.

P. ¿Se necesita ser muy exigente?

R. Creo que no soy nada exigente. He tenido la suerte de que en esta empresa todo el equipo funciona bien. Nos reunimos una vez al mes y discutimos todos los temas que tenemos pendientes. Sé y soy consciente de que la buena marcha de esta compañía se debe a que tengo un buen equipo y un buen producto.

P. Algo fallará. No puede ser todo tan perfecto.

R. No hay nada perfecto. Por ejemplo, nosotros estamos insistiendo ahora mucho en la marca del producto. El problema que tenemos en el mercado español de las golosinas es la venta a granel, que hace que no se distingan las distintas marcas existentes. El 90% de las venta que se hace en España de golosinas es a granel. Queremos potenciar nuestra marca, pero no podemos hacer publicidad con formatos unitarios y celofanados.

P. ¿Significa que los consumidores españoles de golosinas son menos exigentes?

R. Son menos exigentes porque nosotros somos más laxos en este sentido. Digamos que en España nos hemos relajado mucho en este tema. Aquí hay más movilidad, los niños están más en la calle y tienen un estilo de vida muy diferente al de otros países europeos. El clima y los hábitos de vida repercuten en el consumo de golosinas. También queremos inculcar este tipo de producto en los adultos, que abandona este tipo de consumo a los 16 años. Desde hace dos años lo hemos incorporado a la alimentación moderna. Desarrollamos una política de marca para intentar convencer a los padres de que nuestros caramelos, además de una golosina, son un alimento con proteínas y aminoácidos, recomendable en la época de crecimiento de los niños y de los jóvenes, y que el azúcar nada tiene que ver con la tan temida caries. Ahora tenemos que aprovechar el filón de las virtudes terapéuticas del regaliz, de la misma gelatina y de los caramelos sin azúcar.

P. Ustedes trabajan con productos muy sensibles, destinados a unos clientes muy protegidos como son los niños, ¿tendrán que ser muy escrupulosos con su manera de actuar?

R. Ser ético es lo más importante, pero en este o en cualquier otro negocio. Parece que es un tema de moda, pero el secreto para que una empresa tenga éxito se encuentra en que todos los profesionales que trabajan en ella tengan un comportamiento ético. Y los seguimos, por tanto, a rajatabla. No nos podemos permitir ni un error en ese sentido. Nosotros no sacamos a la calle un producto que cualquier trabajador de fábrica o yo mismo no podamos dar a nuestros hijos.

P. ¿Qué requisitos cree que deben tener los ejecutivo?

R. Ante todo debe reunir una efectiva combinación entre varios factores, saber comunicar, coherencia y compromiso tanto con proveedores como con clientes o empleados. Mi gran éxito sería que, si realmente avanzamos y triunfamos, podamos decir que lo hemos hecho nosotros y, sobre todo, que lo hemos hecho entre todos. No me gusta apuntarme ningún éxito en solitario. Prefiero, y apuesto por ello, el trabajo en equipo.

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