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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una cumbre, dos mundos

La cumbre para el desarrollo sostenible que ayer se clausuró en Johanesburgo (Suráfrica) ha supuesto una oportunidad perdida para impulsar un modelo de desarrollo compatible con la protección del medio ambiente y, por ello, la perpetuación de las divisiones entre países ricos y pobres. Los compromisos suscritos, salvo el de reducir a la mitad la población sin acceso a agua potable para 2015, suponen una reedición de los acuerdos firmados en Río de Janeiro hace ahora 10 años. Los líderes mundiales han eludido tratar el problema de la deuda externa, la eliminación de los subsidios agrícolas por los países ricos y un debate abierto sobre la ayuda al desarrollo. De ahí que el propio secretario general de la ONU, Kofi Annan, reconociera que se habían generado 'demasiadas' expectativas en torno al encuentro.

Washington ha agudizado el unilateralismo que caracteriza la política exterior de la actual Administración con una oposición frontal a compromisos concretos, sin concesiones al consenso y la exigencia de incluir la guerra contra el terrorismo en el Plan de Acción. Un factor, el unilateralismo, más preocupante ante las perspectivas de un ataque militar a Irak. Sólo la ratificación del Protocolo de Kioto por parte de China y las promesas ofrecidas por Rusia en el mismo sentido ofrecen cierta dosis de esperanza para el futuro del medio ambiente. Cuando Rusia ratifique el tratado, posiblemente este mismo año, será el momento en que los acuerdos de Kioto entren en vigor, lo que exigirá a la UE que convierta en hechos la retórica que ahora exhibe con orgullo frente a EE UU en esta materia.

La cumbre ha abierto, sin embargo, una vía interesante en torno al papel de las empresas en el desarrollo sostenible. El mundo corporativo ha llevado a cabo una intensa actividad en la cumbre, que ha culminado con la firma del acuerdo entre Greenpeace y el Consejo Mundial de Empresas para el Desarrollo Sostenible, adversarios tradicionales, para exigir a los Gobiernos un marco legal internacional contra el cambio climático. Tanto la UE como EE UU pretenden impulsar la participación del sector privado en los planes de desarrollo de los países más pobres y en esa adecuada dirección se encaminan los cambios a la política de ayuda al desarrollo que impulsan las principales potencias.

Los críticos con esta nueva política cuestionan hasta qué punto los Gobiernos eluden su responsabilidad con los países más pobres y advierten de la necesidad de establecer algún tipo de regulación que determine la responsabilidad de las empresas en sus actividades en países que, generalmente, tienen una débil legislación al respecto y serios problemas de corrupción. Las compañías defienden que los acuerdos sean bilaterales, entre las empresas y cada uno de los Gobiernos. Y, en esa línea, EE UU ha objetado la inclusión de una propuesta en la declaración política para responsabilizar a las empresas por sus actuaciones en el Tercer Mundo. Las diferencias entre los países ricos y el mundo en desarrollo alcanzan todos los ámbitos.

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