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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El empleo de Schröder

La tan anunciada reforma laboral del canciller alemán Gerhard Schröder ha resultado ser más modesta de lo que algunos pensaban. El proyecto inicial de la comisión que preside Peter Hartz, jefe de personal de Volkswagen, incluía ideas como el recorte de los subsidios de paro o la inversión de 150.000 millones de euros en créditos y programas de infraestructuras para promover la generación de puestos de trabajo. Además se habló de dar amnistía fiscal a los evasores de impuestos que estén dispuestos a invertir en los programas de creación de empleo. Pero la polémica desatada por estas ideas hizo que se quedaran en el tintero.

La reforma anunciada el viernes establece que quienes rechacen una oferta de empleo en cualquier parte del país pueden ver recortado el subsidio de paro, pero esto sólo será aplicable a quienes no tengan cargas familiares. El plan también rebaja del 19,9% al 10% el gravamen fiscal para los autónomos que ingresen hasta 25.000 euros al año. Y promete 'modernizar' y hacer más eficientes las 181 oficinas públicas de empleo, apostando decididamente por las contrataciones temporales. El banco público Kreditanstalt fuer Wiederaufbau captará capital en los mercados para otorgar créditos blandos a empresas que generen empleos y a las autoridades locales que pongan en marcha proyectos de infraestructuras. Pero el Estado federal, con serios problemas presupuestarios, no pondrá un solo euro.

Los empresarios, que habían depositado grandes esperanzas en esta reforma, se muestran decepcionados porque han quedado atrás el recorte de los subsidios, una bajada generalizada en las cotizaciones sociales y la mayor flexibilidad en la fijación de salarios (es decir, terminar con el poderoso sistema de negociación colectiva sectorial). Los economistas de los grandes institutos de análisis no terminan de creerse la promesa de Hartz de que esta reforma reducirá el paro a la mitad, creando dos millones de puestos en tres años.

La reforma laboral era considerada por muchos como la última gran baza del canciller Schröder para salvar su propio empleo. Los alemanes deberán decidir en septiembre si el socialdemócrata renueva o no mandato, y los sondeos siguen presentando en cabeza al conservador Edmund Stoiber. El alto nivel de paro es, precisamente, el principal hándicap en la campaña del actual canciller, y las primeras reacciones indican que la reforma de la comisión Hartz no tiene el suficiente gancho como para dar un vuelco a los sondeos.

La única esperanza del canciller de cara a las elecciones de septiembre parece ser ahora demostrar fuertes dotes de liderazgo y eficacia en la gestión de la crisis provocada por las inundaciones que arrasan la parte oriental del país. Las situaciones de emergencia suelen aunar voluntades en torno al líder de una nación y el socialdemócrata podría encontrar en esta crisis una inesperada tabla de salvación para su campaña. Como afirmaba hace unos días con cierto cinismo un diario alemán: 'El tiempo salva a Schröder'.

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