Vodafone revisa su estrategia en el nuevo móvil europeo
El mayor operador de telefonía móvil de Irlanda no tiene claro si le compensa pagar por hacerse con una licencia de tercera generación en el país. Y estas dudas cobran mayor importancia cuando la compañía es Vodafone, una de las operadoras europeas que más ha apostado en el pasado por la telefonía UMTS. El panorama, sin embargo, ha cambiado. Las empresas no sólo retrasan el lanzamiento del nuevo móvil, sino que repliegan posiciones que parecían estratégicas hace sólo unos meses.
El futuro de la tercera generación de telefonía móvil, la tecnología UMTS, está cada vez más en el aire. A los continuos retrasos en las fechas previstas de lanzamiento del servicio se ha unido en el último mes un comportamiento que parece todavía más drástico: la renuncia a posiciones que hasta hace poco se consideraban vitales para los planes de negocio de las compañías.
La puntilla la puso ayer Vodafone, el líder mundial del móvil y, por ahora, una de las pocas operadoras europeas que no han renegado de ninguna de sus posesiones en esta tecnología. La compañía ha conseguido que las autoridades irlandesas le permitan un mes más de plazo para decidir si quiere una de las licencias UMTS que está concediendo el país, lo que ha disparado las especulaciones sobre la posibilidad de que, en el fondo, no tenga intención de hacerse con el permiso.
Ahora, el gigante de las telecomunicaciones tiene hasta el 12 de septiembre para decidir si paga los primeros 44,4 millones de euros del coste de una licencia que se elevará a 114,3 millones a lo largo de sus 15 años de vigencia.
En principio, el plazo para aceptar la concesión terminó el pasado día 14 y el rival de Vodafone en Irlanda, Mmo2, hizo efectivo su pago. El líder del móvil, sin embargo, decidió apelar a las normas y pedir un aplazamiento, para considerar la oferta de una manera 'razonada y madura', en palabras de una portavoz.
'Obviamente, estamos tomando nota de forma cuidadosa de nuestro mercado, de lo que creemos que va a ser la demanda futura y es totalmente cierto decir que la decisión no está tomada. Queremos estar seguros de que la opción que elijamos, cuando lo hagamos, estará al 100% en línea con nuestros planes de negocio', añadió la portavoz, en declaraciones a la agencia Reuters.
La renuencia de Vodafone no puede llegar en peor momento para la credibilidad de una tecnología todavía no nacida y para la del sector. Las mismas operadoras que se gastaron más de 100.000 millones de euros hace sólo dos años en lo que, en ese momento, consideraban la panacea de todos los males están ahora retrasando o cancelando sus planes de despliegue.
La más drástica ha sido Telefónica, que el mes pasado anunció el abandono de sus proyectos en Europa, con Alemania a la cabeza. Atrás quedan los más de 11.000 millones de euros que, junto con Sonera y otros socios, se gastó en la compra de concesiones en el país germano, en Italia, Suiza y Austria, en lo que suponía la pieza vital de su estrategia de entrada en Europa.
Su socio más importante, Sonera, también ha congelado sus inversiones en la telefonía móvil multimedia, y a ellos se ha unido recientemente Orange, que retrasará tres años su lanzamiento en Suecia.
La propia Vodafone ha frenado sus planes de despliegue en Alemania, con constantes retrasos en la fecha de salida.