El futuro del turismo español
El turismo de masas se ha convertido a nivel internacional en una industria de enorme y robusta envergadura económica y, en este contexto de auge y crecimiento, España ha avanzado consolidándose como uno de los primeros países de destino turístico.
Pero el éxito innegable de esta fórmula ha terminado encasillando a nuestro país en parámetros unidireccionales (paquete turístico) que, de alguna manera, están haciéndonos perder la conciencia de la diversidad posible en los usos del tiempo libre y, consecuentemente, de las nuevas vías de explotación económica que pueden comportar otras fórmulas turísticas.
Hasta hace algunos años, España ha centrado sus esfuerzos en el crecimiento de la vía del paquete turístico cuya enorme incidencia sobre el PIB demanda, es cierto, un sostenimiento racional, pero que, independientemente y, además de algunas crisis coyunturales, presenta unas limitaciones evidentes en su desarrollo, tal y como refleja la ralentización experimentada en el presente ejercicio.
La afluencia turística no puede seguir creciendo, cuantitativamente, de un modo indefinido. Y esta situación exige un proceso de revisión hacia planteamientos alternativos, fomentados y apoyados por las instituciones públicas, para consolidar un turismo de alta calidad y de un fuerte poder adquisitivo.
Es preciso, en este sentido, dinamizar la oferta turística y apostar por una reorientación hacia la captación del visitante del segmento de negocios.
Porque en esta dirección sí podemos crecer, y de hecho lo estamos haciendo, como se observa si seguimos el devenir reciente del turismo de congresos.
En este sentido, casi cuatro millones de personas participaron en España, a lo largo del año 2001, en este tipo de actividad turística. El volumen de ingresos que generaron los 28 palacios de congresos integrados en la asociación fue, durante el último año, de 1.202 millones de euros.
Pero, con todo, no son estas cifras globales las que avalan este tipo de turismo. Una serie de datos indican la buena dirección que ha tomado esta iniciativa, entre los que destaca la capacidad de gasto de un turista de congresos: una media diaria de 700 euros, cifra que representa casi cuatro veces más que un turista de paquete.
Todo ello confirma que el sector turístico español, hoy apoyado mayoritariamente en la oferta masiva, debe imprimir un nuevo impulso y emprender con urgencia un proceso de revisión y mejora basado en diversificaciones que lo apuntalen y lo complementen en el sentido de la calidad, en el sentido de las rentabilidades suficientes.
La pluralidad de nuevas ofertas turísticas imaginativas se traducirá, sin duda alguna, en una pluralidad de referencias y valores que enriquecerán la imagen que proyecta nuestro país y fortalecerán la solvencia económica de todo el conjunto del sector.