El huerto de fray Luis
José Manuel Morán plantea las vacaciones como un periodo adecuado para repasar lo que se ha hecho y lo que se quiere hacer en el plano laboral, pero también anima a desconectar los móviles y a disfrutar del momento
Animado, quizás, por el éxito de su Juana la Loca, el profesor Fernández Álvarez se ha embarcado ahora en una segunda edición de unos diálogos luisianos con los que construyó hace 10 años una atractiva biografía de fray Luis de León. Y gracias a este nuevo fenómeno editorial, que viene a sumarse a la difusión de las ediciones recientes de sus libros sobre los Austrias Mayores, algunos hemos podido saber que cuando el ilustre agustino ensalzaba la vida retirada con aquello de '¡qué descansada vida / la que huye del mundanal ruido y sigue la escondida senda por donde han ido / los pocos sabios que en el mundo han sido!', no estaba ensalzando el retiro del César Carlos a Yuste. Simplemente estaba reflejando el ideal de escapar a aquel mundo de intrigas, zancadillas y desconfianzas en que se desenvolvía la vida universitaria de la Salamanca del XVI.
Y que llevaban a que nuestro fraile, en su fuero mas personal, quisiera huir de andar desalentado, con ansias vivas y mortal cuidado, para vivir consigo, '( ) / a solas, sin testigo/libre de amor, de celo, / de odio, de esperanza, de recelo'. Pues bien, sabía que para mantener su empleabilidad no sólo era conveniente que cumpliese con sus obligaciones para poder cobrar los residuos, que eran algo así como el cumplimiento de una productividad universitaria mínima, sino procurar ser discreto para no ser denunciado a la Inquisición y acabar ante la Suprema. Cosa que, como es bien sabido, no pudo evitar a la postre por mor de la envidia y la mentira, como glosaría en otro de sus más populares poemas. En sus atribulaciones no era extraño que quisiese huir, aunque fuese imaginativamente, de aquel mundo malvado y ensalzase, en aquella incipiente civilización urbana, acabar plantando, 'del monte a la ladera, un huerto / que con la primavera ( ) ya muestra en esperanza el fruto cierto. Para mientras miserablemente / se están los otros abrasando / en sed insaciable / del no durable mando, él estuviese a la sombra cantando'. Que es la sensación de libertad que se aprecia cuando se desconectan los móviles, se abandonan las prisas y se comprueba que en bañador todos somos tan humildes como fray Luis. Pero estamos como él sin huerto.
Y es que ahora los huertos imaginarios que es posible plantar dependen más de si cada cual ha tenido oportunidad de hacer cosas productivas o satisfactorias, o simplemente se ha dedicado a desempeñar cargos y a ejecutar unas tareas tras otras sin constatar si con ello hacía algo más que afanarse en cubrir el expediente de las prisas. Para acabar justificándose diciendo esas horteradas de estar desbordado y encargar a sus asistentes que digan que está reunido, para seguidamente no contestar llamadas, ni atender mensajes, de forma que todos sepan que tiene una agenda muy apretada. Y sean sólo los más cercanos los que se malicien que detrás de tanta aceleración no haya otra cosa que una organización deficiente y más de un desdén innecesario.
Las fechas que llegan son así, por la lejanía de mandos y colegas, propicias para pensarse a solas qué huertos se han cultivado en los últimos meses y qué siembras se han hecho para los venideros. Pues es en aquellos en los que cada cual se habrá preparado para disfrutar de unas vacaciones u otras, según que haya sabido o no hacer un hueco para compatibilizar los sofocos profesionales con la felicidad personal. Sin que sea posible, ni aconsejable, intentar ahora, lejos de las andanzas de cada circunstancia personal, tratar de engrandecer espíritus, fortalecer ánimos y hacer propósitos para la vuelta de cuidarse más de uno mismo y de los suyos. Ya que entonces se comprobará, un año más, que no hay posibilidades de vidas retiradas ni serenas cuando desde hace mucho no se han arado surcos ni sembrado semilla alguna para ello. Ni sería posible hacerlo ahora cargando la maleta de lecturas piadosas e historias de éxito, que dicen que puede que devuelvan la autoestima directiva caso de que se ojeasen. Ya que hoy, como en la época de fray Luis, una cosa es la poesía y otra los huertos laborales de cada cual.
Que volverán a verse igual de fatigosos cuando se vuelva a la brega y se revivan las mismas angustias que sufrían los licenciados salmantinos desde que entraban en la capilla de Santa Bárbara antes de graduarse. Para comprobar luego que tales agobios ya no les abandonarían si es que querían estar en la gestión de los asuntos del poder hasta que el cuerpo aguantase, como le ocurriese al protagonista hasta acabar sus días cuando le acababan de proponer para provincial de su orden.
Por ello ahora lo que conviene es dejarse llevar y disfrutar del paréntesis como si fuese un huerto tan solazante como el que describiese el poeta. Para cuyo cultivo bastaba con pasear por el sin tener que coger la azada, mirar al cielo o guardar la viña. Bastaba y basta con disfrutar del momento para volver a ser feliz sin agendas, ansiedades ni deberes.