EE UU refuerza las relaciones comerciales con la región
El Congreso de EE UU ha dado luz verde al presidente George W. Bush para renovar y ampliar la Ley de Preferencias Arancelarias Andinas (ATPA), de la que disfrutaron desde 1991 hasta diciembre de 2001 Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú.
Entre los objetivos del acuerdo, figuran el desarrollo del comercio entre EE UU y los países andinos, pero también el compromiso de los países beneficiarios de luchar contra la producción y comercialización de cocaína, mediante el fomento de las industrias alternativas. Para ello, la Administración estadounidense ha abierto su mercado a un gran número de productos locales, mediante la desgravación arancelaria y la concesión de generosas cuotas en aquellos productos considerados como sensibles.
El balance del acuerdo en los últimos 10 años arroja un saldo muy positivo, no tanto por el retroceso de la producción de coca en la región, que lo ha hecho a un ritmo muy moderado, sino por el espectacular crecimiento que han experimentado las relaciones comerciales entre EE UU y los países andinos. Entre 1991 y 1999, el comercio exterior entre ambas zonas se ha duplicado. En el caso de EE UU, sus exportaciones a esos mercados crecieron un 65%, mientras que sus importaciones lo hicieron un 98%, convirtiendo a EE UU en el primer cliente y proveedor del área andina. Para las economías latinoamericanas, el acuerdo ha propiciado la diversificación de sus exportaciones, favoreciendo el desarrollo de las ventas de productos no tradicionales como flores, pigmentos, atún, espárrago, mango o artículos de madera.
La aprobación del acuerdo supone su renovación hasta febrero 2006 con efectos retroactivos desde diciembre 2001; además, se amplía la exención arancelaria a un mayor número de productos, entre los que destaca el sector textil y de confección, si bien en este sector dicha exención sólo será plena en aquellos productos que incorporen fibras de origen estadounidense. En total, son cerca de 6.000 los productos que gozarán de las preferencias arancelarias.
Con la renovación y ampliación de la APTA, EE UU consolida su acercamiento a la región andina, pero, sobre todo, da un nuevo paso en el proceso de construcción de la Área de Libre Comercio de las Américas prevista para 2005.
Aunque las divisas latinoamericanas se depreciaron sin excepción, siguiendo la caída del real, el contagio fue escaso. El peso chileno sólo se depreció un 0,8% frente al dólar, mientras que la divisa brasileña descendió un 17,5% en la semana. La caída del 2,1% del peso mexicano estuvo ligada a la publicación de indicadores que sembraron dudas sobre la recuperación de la economía estadounidense. La depreciación del peso argentino, por su parte, de debió al temor de que el Banco Central decida abrir el corralito.
Continúa la tormenta cambiaria
Los temores del mercado a que una potencial victoria de Lula en las elecciones de octubre derive en un abandono de la ortodoxia económica que ha caracterizado la política económica brasileña en los últimos años se han acentuado en las últimas semanas, llevando al real a mínimos históricos y situando el riesgo-país en máximos.
Sin que se hayan producido novedades significativas en las encuestas electorales, la divisa brasileña ha llegado a niveles de 3,6 reales por dólar, pese a que el Banco de Brasil sigue vendiendo 50 millones de dólares al día. El elemento de preocupación en estos momentos no es ya una eventual victoria de la izquierda, que por las encuestas parece bastante probable.
El temor es ahora si una posible ampliación de la ayuda por parte del FMI podría llevarse a cabo sin un acuerdo previo con los candidatos que garantice el cumplimiento de los criterios exigidos por el organismo multilateral tras las elecciones. Un compromiso por parte de los candidatos parece la única opción capaz de calmar los ánimos de los mercados y, aunque políticamente pueda suponer una desviación de la línea presentada por alguno de ellos, sería beneficioso, ya que el castigo recibido por Brasil no se corresponde con sus fundamentos económicos. Esto ha supuesto un nuevo golpe a los países del área, ya afectados por la crisis argentina. La situación en Brasil ha precipitado la crisis en Uruguay, en donde se ha llegado a decretar el cierre del sistema bancario por varios días, mientras que el peso chileno ha rebasado nuevamente la barrera de las 700 unidades por dólar.