La maldición continúa
Els triunfa en el British Open e impide a Woods ganar los cuatro grandes torneos el mismo año Por
Ernie Els truncó la racha de Tiger Woods en los grandes. El número uno mundial ya no aspira a ganar el Grand Slam en 2002. Su intento llegó a medio camino. El 20 de julio, un día típico de verano escocés, con lluvia, viento y frío, dio al traste con la gesta. En 1972 Jack Nicklaus, que también venía de ganar el Masters y el US Open, tropezó en el mismo escenario, los links de Muirfield. Los miembros de la Honorable Sociedad de Golfistas de Edimburgo presumen de tener un campo imbatible y de mantener sus tradiciones, algunas tan despectivas como no permitir la entrada de las mujeres en la Casa Club. Woods demostró la dificultad extrema del golf. A diferencia de lo que sucede en tenis, por ejemplo, ningún golfista ha ganado jamás los cuatro grandes el mismo año. La divergencia está en el marco, mientras todas las pistas de tenis cuentan con las mismas dimensiones, no existen dos campos de golf iguales en todo el mundo.
Los elementos se aliaron con la historia, aunque dejaron claro quién es el número uno. Cuando al término de la segunda vuelta Tiger estaba a dos golpes de los líderes, nadie dudaba de su capacidad para conquistar el British Open. Pero al día siguiente Woods salió al campo en el peor turno de juego. Los 81 golpes que acumuló son el peor resultado de su carrera. Acababa de perder el torneo que más ilusión le hacía ganar. En similares condiciones jugó el escocés Colin Montgomerie, que no paró de refunfuñar durante todo el recorrido. Monty le preguntaba al árbitro de su partido qué sentido tenía jugar bajo aquellas condiciones. De una ronda inicial de 74 golpes bajó a 64, nuevo récord del campo, para subirse aquel día hasta 84 ¡20 golpes más! Tiger resistió. Lamentó alguno de sus malos golpes y amenazó con estrellar su palo contra el suelo. Si no llega a jugar con su buen amigo Mark O'Meara, habría acabado con dos o tres golpes más en su tarjeta. 'Nunca había jugado en unas condiciones así. Creo que no hay nada que aprender de un día como aquel', pensaba Tiger al terminar.
Unos minutos más tarde se fue a la casa que tenía alquilada en las cercanías del campo y permaneció allí toda la semana. O'Meara le acompañó. Ahí le esperaba su entrenador Butch Harmon y su psicólogo para analizar lo ocurrido. El domingo por la mañana Tiger vio cómo amanecía en el campo. Una situación novedosa para quien está habituado a llegar a última hora. Sin presión, Tiger se abonó al birdie para cerrar su viaje a Edimburgo con una vuelta de 65. 'Si hubiese podido acabar con birdie-eagle-birdie, habría tenido mis opciones', dijo. Aquel partido lo siguió Gary Lineker, ex futbolista del Barça y ahora comentarista en la BBC durante el British Open. 'Es el número uno, no cabe ninguna duda, basta con mirar los 75 de Montgomerie. æpermil;sta es la diferencia', manifestó. Tiger se marchó satisfecho con su reacción. Del sábado al domingo no se le olvidó jugar a golf, incluso intentó ganar. Ernie Els, que fue el campeón, lo logró después de un play off ante Thomas Levet en el que se demostró que detrás del número uno reina el desconcierto que rentabilizan avispados psicólogos deportivos como el belga Jos Vanstiphout con la complicidad del francés de turno, esta vez Levet, que sin llegar al extremo de Jean Van de Velde en Carnoustie, se empecinó en emplear, por tres veces consecutivas, el driver en el hoyo 18, donde cavó su tumba.