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EE UU

La caída de la recaudación pone en jaque las finanzas de los Estados

En su reunión anual celebrada en Boise (Idaho) la semana pasada, la Asociación Nacional de Gobernadores ha constatado que la recaudación ha caído el año pasado dramáticamente. Las arcas de los Estados han ingresado 50.000 millones de dólares menos (49.750 millones de euros).

La recaudación impositiva ha caído porque las empresas han ganado menos, pero tampoco los ciudadanos de a pie han podido aportar mucho, ya que han perdido mucho dinero en Bolsa y en algunos Estados se registra una alta tasa de paro. Todo ello, mientras aumentan los gastos en sanidad, el Medicaid (atención a los más desfavorecidos), el coste de las medicinas y el refuerzo de las medidas de seguridad puestas en marcha tras el 11-S. Sólo el coste del Medicaid es responsable del 20% del presupuesto total de los Estados de media.

Con todo, lo que más preocupa a los gobernadores, muchos de los cuales deben enfrentarse a las elecciones de noviembre, es que las perspectivas de que las cosas mejoren a corto o incluso a medio plazo no parecen claras. Paul Patton, gobernador demócrata de Kentucky y flamante presidente de la Asociación, comentaba a The New York Times que muchos presupuestos estatales se han hecho contando con el rebote de la economía estimado a principios de año, 'pero la recuperación no se ha concretado aún de forma clara'.

En Kentucky se echará mano de los 110 millones de dólares ahorros de previos ejercicios y se han cancelado ya proyectos de obras públicas por valor de 2.000 millones en construcción de escuelas y universidades.

La cuadratura del círculo financiero no es fácil en época electoral. De momento, las expectativas están puestas en la cura de alivio que puede venir desde Washington con la aprobación de un respiro en forma de 8.900 millones que se concederán a los Estados para ayudar a pagar el Medicaid. Además el Congreso está considerando la rebaja de la factura de los medicamentos, lo que permitirá un ahorro adicional de 38.000 millones.

Parches aparte, los Estados se enfrentan con el dilema de recortar servicios (Illinois ha congelado los salarios a los jueces, que ya amenazan con demandar al Estado), aumentar la presión fiscal o las dos cosas.

En Idaho, el gobernador Dirk Kempthorne aprobó el año pasado una rebaja de impuestos y este año ya ha tenido que recortar el presupuesto en educación. Pero los 1.000 millones que podrían recaudarse con un impuesto sobre ventas del que el Estado carece son ahora una tentación que casaría mal con las proclamas republicanas de la rebaja de impuestos.

La opción gana peso. John Engler, gobernador republicano de Michigan, cree que hay que considerar este tipo de impuestos teniendo en cuenta que el 70% de la economía del país son transacciones por servicios. Otro republicano, el gobernador de Utah tiene la teoría de que sin este impuesto menos gente paga más lo que hace el sistema injusto. Los gobernadores también se plantean unificar la fiscalidad de ventas por Internet.

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