_
_
_
_
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Aznar rinde cuentas

Cualquier chequeo general a la salud provoca incertidumbres. No es el caso que José María Aznar presentará hoy en el Congreso para describir el estado de la nación, pues la reciente crisis de Gobierno, aún inexplicada por el presidente, ahorra a la oposición el diagnóstico de los males. La naturaleza de los cambios introducidos en el Gabinete denota dolencias incuestionables en su coordinación interna y en la credibilidad con la que ha transmitido su gestión. Aznar ha reprobado por la vía de los hechos a seis de sus ex ministros para evitar o corroborar, según se mire, una buena parte de las críticas del líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero.

El presidente rinde cuentas ahora con un panorama interno sensiblemente diferente al de hace un año. Los principales indicadores económicos -inflación, crecimiento, paro registrado...- han empeorado. Las empresas han visto mermada su competitividad y también han perdido valor de capitalización en la Bolsa ante un silencio gubernamental que contrasta con el triunfalismo exhibido sin pudor en épocas no tan lejanas por quienes hoy rigen todavía la política económica. Además, las principales reformas en las que ha hecho descansar su acción de gobierno han generado conflicto social, hasta el punto de que no pocos empresarios se preguntan si les compensa el viaje hacia la tensión en las empresas iniciado tras la reciente huelga general.

Los ejes sobre los que Aznar prometió hacer girar hace un año la mejora en la vertebración del Estado y el impulso a su proyección exterior también han chirriado. El diálogo con las comunidades autónomas ha sido desigual y de marcado tinte partidista, la situación en el País Vasco ha vuelto a disparar las alarmas y el combate contra el terrorismo se quiere reconducir a través de una reforma de la Ley de Partidos, necesitada de cintura política y contestada por quienes controlan el Gobierno de Euskadi. El frenazo en la negociación sobre el futuro de Gibraltar o el aumento de las tensiones, a veces tragicómicas, con Marruecos, sin olvidar el encefalograma plano de la gestión del semestre comunitario, ilustran también hasta qué punto el Gobierno recién remodelado gozaba de mala salud.

La tentación lógica de Aznar consistiría en centrar el debate de hoy en los principales enemigos internos -el terrorismo en primerísimo plano- y externos. Sin embargo, la obligación de Zapatero es no morder este señuelo evidente y denunciar las causas por las cuales el ciudadano ve en el desempleo, la inseguridad ciudadana o el fenómeno de la inmigración sus preocupaciones prioritarias, según las propias encuestas oficiales.

Amortizada de antemano la demagogia que suele impregnar duelos políticos de este registro, quizá el último al que Aznar acude sin la sombra clara de su sucesor, queda por testar el talante y la voluntad de acompañamiento -hoy ni siquiera goza ya de la confianza de CiU- con la que el presidente se dispone a recorrer el tramo final de la legislatura. La arrogancia y la mayoría absoluta no han sido sinónimo de eficacia.

Más información

Archivado En

_
_