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Con voz propia
Tribuna
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Prejuicios que causan conflictos

Si los espejos retrovisores mostraran los autos mucho más lejos de lo que están, podrían ocasionar accidentes. De la misma forma, si nuestro espejo mental distorsiona la realidad, nos ocasionará accidentes interpersonales. Pedro y Jorge, compañeros de trabajo, entraron en conflicto por un malentendido y empezaron a desconfiar el uno del otro. Días después, Pedro necesitó hacer un informe para el directorio de las tres de la tarde, con datos que le pidió a Jorge con anticipación. A las nueve de la mañana, Jorge no había llegado y no había rastros de la información. Pedro podía apostar que Jorge quería sabotearlo. Cuando llegó Jorge, Pedro irrumpió en su oficina alterado, lo maltrata y recoge la información. Posteriormente, Pedro se entera que Jorge trabajó toda la noche para hacer los cuadros que le solicitó.

Las principales causas de conflicto son nuestras suposiciones y prejuicios. En ocasiones, un fotógrafo profesional tiene que usar filtros en su cámara. æpermil;stos permiten cambiar el color de la realidad, oscurecer o aclarar la imagen. Nuestros filtros mentales son nuestras suposiciones y prejuicios. Al desconfiar de alguien o sentir rechazo por alguien, usamos automáticamente el filtro oscuro. No importa lo que haga esta persona, veremos siempre sus acciones como negativas o destructivas. Un fotógrafo tiene conciencia de que está tomando una foto con filtro. Desgraciadamente, nosotros rara vez tomamos conciencia de que llevamos puesto un filtro mental. Algunos ven la realidad convencidos de que es verdaderamente negra. En el ejemplo anterior, Pedro tenía el filtro oscuro con respecto a Jorge. Consideraba los actos de Jorge como agresiones, y respondía agresivamente.

Este ancestral mecanismo mental permitió que la raza humana sobreviviera durante la evolución. Nuestros antepasados cavernícolas aprendieron que un rugido significaba amenaza y debían buscar protección inmediata. Los gritos de las bestias teñían sus filtros de color oscuro, formando un prejuicio que les permitía actuar rápido y sobrevivir ante las amenazas. El problema es que miles de años más tarde seguimos formando prejuicios para protegernos de las bestias imaginarias que amenazan las oficinas. Aquí algunas sugerencias para manejar nuestros prejuicios y suposiciones sin que nos traicionen: flexibilizar supuestos y prejuicios.

Generalmente tenemos un filtro mental (positivo o negativo) para cada persona cercana en la oficina. La próxima vez que perciba que alguien actúa injustamente con usted, recuerde que puede estar viendo la realidad a través de sus propios filtros. Flexibilice sus supuestos, déle el beneficio de la duda sin sacar conclusiones apresuradas. No deje que sus emociones lo traicionen, podría ser un error de percepción.

Mantenga una comunicación abierta y fluida. Si siente que alguien lo está agrediendo, pídale una reunión en privado. Descríbale con respeto los hechos, sin hacer juicios de valor e indique cómo se siente al respecto. Déle una oportunidad sincera para que aclare los hechos. Recuerde que nadie se va a disculpar si se siente agredido. Lo hará si ve en nosotros intenciones genuinas de crear un clima de amistad y armonía. No permita que su egocentrismo lo traicione. Si percibimos que alguien nos agrede, esto aplasta nuestro ego y éste busca mecanismos para subirse y protegerse como pensar mal del otro. Tome una actitud de servicio en la vida y sea más comprensivo con quienes lo rodean. En vez de buscar los errores en los demás, ayúdelos a ser mejores personas. Cuentan que un hombre que perdió su hacha sospechaba del hijo del vecino y empezó a observarlo. Para él, el niño hablaba, caminaba y miraba con aspecto de ladrón. Días más tarde el hombre encontró su hacha en el jardín. Cuando volvió a observar al niño, éste ya hablaba y caminaba como cualquier otro niño. No dejemos que nuestros filtros mentales distorsionen la realidad. Sólo mirando por encima de nosotros mismos podremos ver siempre la verdad.

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