Respuestas a la crisis de confianza

Fiscales, reguladores, Gobierno y otros se apuran entre Washington y Nueva York para ponerse al frente de la pelea contra los malos. En esta guerra no hay eje del mal, más bien una serie de paladines del capitalismo que pasaron a ser chicos traviesos y que, después de Worldcom, son los malos.

Enron fue el primer golpe, pero Worldcom ha obligado a las autoridades estadounidenses a olvidar las medias tintas con las que se habían tomado estos casos. Como suele ocurrir, lo han hecho cuando el agua les ha llegado a los pies, cuando se pone en cuestión abiertamente la honestidad de Cheny y Pitt y se duda del propio Bush.

Como en el sistema capitalista teórico, la competencia se ha puesto en marcha. Hay una fortísima demanda de supervisión, y varios entes dispuestos a suplirla a cambio de réditos políticos. Ya que en el mercado de valores no se han cumplido los supuestos clásicos del sistema, al menos que se cumplan en la política.

Un analista explicaba ayer un elemento clave para la recuperación de la confianza en los mercado. Hoy por hoy no preocupa al mercado lo que vaya a pasar en los próximos años con las cuentas empresariales, sino lo que ya ha pasado o puede haber pasado pero no conocemos. En otras palabras, que la recuperación de la confianza no vendrá por meter a la cárcel a quien, en 2005, mienta. O por cambiar dentro de un par de años el Código Mercantil. Estos cambios, si se orquestan bien, podrán evitar escándalos. Si se hacen mal, son solamente política.

Las alternativas pasan necesariamente por el regulador, pues para solucionar la inseguridad a corto plazo vale más la policía que otra cosa. Deben ser las autoridades quienes escarben en las cuentas empresariales y no, como hasta ahora, los periódicos.