Extremo Oriente es la moda
China ya no es el gigante dormido. Vietnam es uno de los diez destinos más codiciados del planeta. Corea y Japón han aprovechado el Mundial de Fútbol para hacerse desear. Laos, Myanmar (Birmania) y Camboya ven en el turismo una luminosa panacea. Lo oriental está de moda
Corea del Sur
Gracias al fútbol, hemos podido contemplar imágenes colaterales de la República de Corea (Corea del Sur), uno de los dos países en que quedó dividida la montañosa península de Corea después de la Segunda Guerra Mundial. Al norte, la República Popular Democrática de Corea sigue siendo un reducto comunista, con un férreo régimen personalista y una economía muy pobre. Corea del Sur, en cambio, presenta uno de los índices de crecimiento más altos de Asia y su PIB superó en 2001 los 500.000 millones de dólares (con una renta per cápita de más de 10.000 dólares); se ha llegado a hablar de milagro del río Hangang para aludir a la buena marcha de uno de los tigres más agresivos (económicamente) de Asia.
Corea, que fue durante siglos una especie de puente entre China y Japón, desarrolló una civilización original y rica, muchas de cuyas reliquias y tradiciones se mantienen vivas. Así, entre los bloques de cemento y rascacielos de la capital, Seúl, y en otras ciudades se descubren espléndidos templos y palacios, y en la vida diaria se perciben rasgos de tradiciones ancestrales que tienen que ver, por ejemplo, con el nacimiento o con los ritos funerarios.
Corea ha sido hasta ahora la mayor desconocida de toda esta parte del sureste asiático; en los programas de algunos grandes turoperadores ni siquiera aparece todavía. Aparte de Seúl, la zona más desarrollada en lo turístico es la isla de Chejudo. Entre la ciudades antiguas, habría que visitar Kongju y Puyó, en la región central y sobre todo Kyongju, en la región sureste, capital durante 1.000 años de la dinastía que unificó el país (la Silla). También Pusán, relativamente cerca y segunda ciudad más grande de Corea, tiene templos budistas muy interesantes en los alrededores.
Japón
Japón es, paradójicamente, uno de los destinos más enigmáticos del Extremo Oriente. Y ello tal vez se deba a su altísimo nivel (la renta per cápita triplica la española) y lo caro que resulta viajar allí. Los casi 125 millones de japoneses abarrotan las cuatro islas mayores y algunas de las casi 4.000 islas pequeñas o islotes que, en conjunto, representan un 20% menos que el territorio español.
Lo que echa para atrás a los posibles turistas es la fortaleza del yen y la carestía más, desde luego, que el modo de vida, bastante conocido y apreciado: últimamente, por ejemplo, está invadiendo Europa una auténtica fiebre por el sushi (hay cadenas urbanas, como las más conocidas de hamburguesas) y también por ciertas modalidades de masaje, como el shiatsu, por no hablar de la afición a las artes marciales.
Aunque algunos turoperadores incluyen Japón en paquetes combinados con otros destinos (seguramente por motivo de los costes), lo ideal es dedicar todo el tiempo a descubrir el Japón profundo y tradicional que se mantiene bastante puro bajo las formas y adelantos más occidentales. Los destinos imprescindibles son Tokio, la capital, y Kioto, la ciudad más tradicional y cultural, pasando por el monte Fuji y los paisajes lacustres de Hakone. En visitas más detenidas se incluyen ciudades como Nara, Takayama (conocida como la pequeña Kioto) o Kanazawa, con su mercado tradicional y el sitio singular de Shirakawago, recientemente declarado patrimonio de la humanidad: una colina poblada con más de 30 granjas tradicionales (que iban a ser demolidas para construir una presa y que son ahora auténticos museos vivos donde se hacen demostraciones de artesanía, por ejemplo, la fabricación del papel japonés).
Tailandia
Es el gran referente turístico para Extremo Oriente. El turismo, entre otros factores, está cambiando la piel del país casi por minutos; quienes vuelvan después de dos o tres años de ausencia encontrarán nuevas autopistas y carreteras, nuevos y magníficos hoteles, mucho más movimiento y mercadeo, por si era poco el que tenían.
El éxito de cara a los visitantes tal vez se deba a su estabilidad. El país, que tiene la misma extensión que España, pero con una mayor población (unos 55 millones), es una monarquía constitucional (de corte moderno desde 1974), heredera del legendario reino de Siam. El nivel de vida es aceptable (la renta per cápita es de unos 2.500 dólares) y los turistas pueden hacer compras ventajosas, más en artesanía de calidad o antigüedades.
Es prácticamente imposible abarcar toda Tailandia en un solo viaje; es de esos países que requieren varias rondas. Bangkok es la puerta de entrada; hay que destinar un mínimo de dos o tres días sólo para la capital. Luego, los circuitos varían: quienes buscan playas (y tal vez amistades fáciles y efímeras) se dirigen a los complejos un tanto banales de Pattaya; las playas de Hua Hin y los paisajes marinos de Phuket se libran de esa fama pecaminosa. Lo mejor del país está sin duda hacia el norte: tras visitar las ciudades monumentales de Nakhon Pathom, Ayutaya o Shukotai, patrimonio de la humanidad y esencia del antiguo Siam, es obligado seguir hasta Chiang Mai, la capital del norte, y de allí a Mae Hong Son y Chiang Rai, para visitar en los entornos algunas de las diversas tribus que conservan sus vistosos y coloristas trajes y joyas, y viven en poblados que parecen muy auténticos -tanto como permite la tromba de curiosos-.
China
Cuando la China despierte fue un best seller algo apocalíptico de los años setenta, que tomaba el título prestado de una frase no menos apocalíptica de Napoleón. Pues bien, China se está despertando (por no decir que está ya más que espabilada) y el mundo no ha temblado como decían. La República Popular China instaurada por el Gran Timonel (Mao) en 1949, si bien sigue siendo un régimen comunista y unipartidista, va siguiendo una deriva que mantiene la ortodoxia estricta sólo en lo político, pero admite una cierta liberalización económica y social (la Constitución de 1982 reconoce incluso la libertad de culto para los cerca de 1.200 millones de chinos). Es más, últimamente lo que se detecta en las calles (sobre todo en las ciudades) es un espíritu capitalista duro y salvaje.
La Ciudad Prohibida de Beijing (Pekín) es la meta obligada para los numerosos grupos de turistas, lo mismo que la Gran Muralla. Como es un país inmenso se suelen deslindar rutas temáticas. Por ejemplo, la de las grandes capitales incluye, además de Pekín, ciudades como Xian (donde están los célebres guerreros de terracota de la tumba del emperador Quin, unas 7.000 figuras de tamaño natural), Shanghai (que resume lo viejo y lo nuevo, con algunos de los rascacielos más arrogantes del mundo) o Hong Kong, que de nuevo pertenece a China, aunque es un mundo totalmente aparte, capitalista a rabiar como antes. Otra ruta más orientada a la naturaleza es la que recorre los paisajes de Guilin, Hanzhou y Suzhou, únicos en el mundo, auténticas trasposiciones de las acuarelas chinas más fantásticas. Otra opción es la ruta de la seda, que combina las ciudades más occidentales de China con otras uzbecas, como Bujara o Samarcanda.
Vietnam
Es el gran destino emergente en la región (una lista publicada por The New York Times lo situaba entre los 10 destinos más codiciados del mundo). El país es una larga y delgada franja de terreno, que sólo se ensancha por el norte, donde está la capital, Hanoi, en el delta del río Rojo, y por el sur, en el delta del Mekong, donde se encuentra Saigón (oficialmente, ciudad Ho Chi Min).
Vietnam se liberó de la última ocupación (la colonia francesa) en 1954, pero el país quedó dividido entre norte y sur, con el apoyo norteamericano al sur y la terrible guerra de Vietnam. En 1975, tras la salida de los norteamericanos de Saigón, la nación quedó reunificada como República Socialista de Vietnam. Es actualmente uno de los últimos reductos de comunismo ortodoxo, que también empieza a dar signos de apertura, más en lo económico que en lo político: entre otros detalles, la moneda que se emplea hasta para comprar una lata de refresco en la calle es el dólar americano. Las costumbres occidentales están apoderándose muy deprisa de la sociedad, también los malos hábitos consumistas: cada vez se ven menos bicicletas y más motos, y empiezan incluso a verse menos motos y más coches. El crecimiento económico es rápido, pero la renta es aún muy baja (no llega a los 500 dólares por persona), lo cual favorece la estancia y compras de los turistas. Hay que visitar no sólo las dos grandes capitales (Hanoi y Saigón) sino también ciudades imperiales como Hué, Danang o My Son. Y también los paisajes de arrozales y montañas que las amalgaman. Algunos parajes, como la bahía de Ha Long, son de lo más irreal y fantasmagórico, patrimonio de la humanidad y decorado inolvidable de películas como Indochina.
Triángulo de oro
Son tres países que están entrando ahora en los circuitos de las grandes mayoristas, generalmente en paquetes combinados. Así, Laos y Camboya suelen sumarse a Vietnam, y Birmania (o Myanmar) a Tailandia. Laos, el reino del millón de elefantes, el país tranquilo, es un territorio montañoso o de altas mesetas, muy cubierto de bosques, con una población que apenas llega a los cinco millones de habitantes, la mayoría inmersos en el medio rural, en torno al río Mekong, que es la espina dorsal del país. Desde 1975, rige la República Popular Democrática de Laos, de inspiración comunista. La parte más atractiva para el turismo es el norte, con la ciudad de Luang Prabang, llena de templos y de budas, pero también la capital bulliciosa, Vientiane.
Camboya, entre Vietnam y Tailandia, es otro destino exótico que ha empezado a abrirse al turismo. Y eso a pesar de que posee una de las joyas del patrimonio mundial: la ciudad perdida de Angkor, con sus templos engullidos/preservados por la jungla. Ahora el país quiere olvidar la pesadilla de los jemeres rojos y el genocida Pol Pot y eso se nota en la capital, Pnom Penh, y en las paradisíacas playas del sur.
Myanmar (Birmania), la tierra del oro, con una población que se acerca a los 43 millones de habitantes (y más de 120 etnias) es un tentador mosaico de sitios arqueológicos, pagodas doradas, lagos y bosques. Tanto la capital, Yangún (Rangoon), como Mandalay, la ciudad dorada en el norte (o las antiguas capitales norteñas de Amarapura, Ava, Sagaing y Mingun), o también, en las llanuras centrales, Bagan (Pagán, capital del reino en tiempos medievales), están repletas de pagodas, stupas y palacios, pero también de jardines y lagos, cuevas naturales y mercados.
Guía práctica
Corea del Sur Cuándo y cómo ir. Corea sufre en verano el paso de los monzones, con temperaturas altas (unos 27 grados en el sur), pero los inviernos pueden llegar a ser muy fríos. Hay en Madrid pequeñas agencias especializadas en preparar viajes a Corea: Wonderfull Tours (Goya, 115, 914 023 172), Aroba (Gran Vía, 86, 915 487 292), Pegassus (Gran Vía 69, 915 429 929) o SH Kim (Chiquinquirá, 4, 913 812 911).
Japón Cuándo y cómo ir. Japón disfruta de las cuatro estaciones del año, que coinciden con las nuestras; hay que tener en cuenta, sin embargo, que a principio de la estación veraniega pueden producirse lluvias intensas.
Catai ofrece un Especial Japón de 8 días, parando en Tokio, Kioto y Nara, a partir de 2.748 euros; el programa Sakura, incluyendo Tokio, monte Fuyi, Hakone, Toba, Ise, Nara y Kioto, 10 días, a partir de 2.677 euros; el programa Shogun, que añade Takayama y Kanazawa, 11 días, a partir de 2.830 euros.
Tailandia Cuándo y cómo ir. La mejor época para viajar a Tailandia es durante la estación fresca (noviembre a febrero), ya que la estación calurosa (marzo a mayo) y la lluviosa (junio a octubre) pueden resultar algo agobiantes, siempre menos en el norte que en la capital o en el sur. La mayorista Catai ofrece una veintena de paquetes a Tailandia, con todas las variantes y combinaciones; cabe destacar Reino de Siam, 11 días, a partir de 1.479 euros; Tailandia al completo, 12 días, a partir de 1.473 euros; Tailandia clásica, 13 días, a partir de 1.537 euros; Norte de Tailandia y playas de Tailandia, 13 días, a partir de 1.277 euros; Tailandia de lujo, 15 días, a partir de 3.945 euros.
Nobeltours ofrece el paquete Antiguas capitales más Phuket, 18 días, a partir de 1.816 euros; Tailandia al completo más Bali, 15 días, desde 1.735 euros.
China
Cuándo y cómo ir. El verano no es mala época para visitar el país, aunque puede haber lluvias ocasionales -de todos modos, dada la extensión del territorio, dependerá del destino elegido-. La mayorista Politours ofrece el paquete Capitales de China, visitando Shanghai, Xian y Pekín, 10 días/7 noches, en hoteles 5 estrellas, vuelos domésticos y visitas incluidos, desde 1.555 euros.
El Club Marco Polo (902 101200, www.clubmarcopolo.es) propone la Gran Ruta de China, incluyendo Pekín, Xian, Guilin, Guangzhou, Shanghai y Hong Kong, 15 días, traslados, visitas, diez almuerzos, a partir de 2.010 euros.
Vietnam
Cuándo y cómo ir. Se puede visitar en cualquier momento, en el sur siempre hace bastante calor; en el norte tienen unos meses de invierno, y la época de lluvias va de mayo a septiembre.
La mayorista Kuoni propone el paquete Vietnam, herencia de siglos de 12 días, incluyendo vuelos, alojamiento, pensión completa y guía acompañante de habla hispana, a partir de 2.175 euros. La misma mayorista ofrece otro combinado Vietnam-Camboya de 17 días, incluyendo pensión completa y guía, a partir de 3.081 euros.
Birmania, Laos y Camboya
Cuándo y cómo ir. En todos estos países semitropicales, la época de lluvias (junio a octubre) es moderadamente fresca, mientras que la estación fría (noviembre a febrero) se mantiene en los 20 grados. La mayorista Catai propone un paquete Laos-Camboya de 10 días, incluyendo vuelos, hoteles y visitas con guía en castellano a partir de 2.462 euros. La misma mayorista propone el circuito Pagodas de Myanmar, de 11 días, a partir de 1.953 euros. Kuoni ofrece un paquete Myanmar-Camboya de 13 días, con alojamiento y desayuno en Bangkok y Yangún y pensión completa durante los circuitos, a partir de 2.558 euros; un combinado Vietnam-Camboya de 17 días, con pensión completa y guía acompañante, a partir de 3.081 euros.