Robert W. Fogel: 'La Seguridad Social en Europa es inviable si no se recortan las pensiones'
Robert W. Fogel (Nueva York, 1926) dirige el Centro para Economía de Población de la Escuela de Negocios de la Universidad de Chicago -escuela que tiene su campus europeo en Barcelona- y en la actualidad trabaja, por encargo del Instituto Nacional de Envejecimiento de Estados Unidos, en una investigación sobre la evolución de la edad de la población y su repercusión en el gasto sanitario. La semana pasada estuvo en Valencia y formó parte del jurado que concedió el premio Rey Jaime I de Economía a Luis Gámir.
Pregunta. ¿Qué destacaría de su investigación sobre el envejecimiento?
Respuesta. Se trata de una investigación sobre salud y discapacidad en los Estados Unidos durante las próximas décadas, aunque lo que ocurra allí será muy similar a lo del resto de los países de la OCDE. Todos estos países, que es casi como decir todos los países ricos, se enfrentan al alza del coste de sus sistemas de salud. En Estados Unidos el coste es del 14% del PIB y mi pronóstico es que para 2030 será del 21%. Algunos pronósticos de la Administración creen que alcanzará el 29% del PIB.
Si examinamos el crecimiento de la población y la evolución de la incapacidad, podemos decir que la gente vivirá más y que la proporción de inhábiles o personas con enfermedades graves será menor, gracias en gran medida a la posibilidad de disponer de medicinas o intervenciones efectivas pero caras. La incapacidad en la gente mayor ha decrecido, pero el coste de la asistencia sanitaria es muy alto, es decir, que a medida que los países y los individuos son más ricos, la gente demanda más formas caras de asistencia.
P. ¿Quién va a pagar estos gastos?
R. Cada uno o los hijos de cada uno. Los franceses pagarán los gastos de Francia, y los españoles, los de España. Cada país afrontará sus gastos médicos, aunque en la Unión Europea algunos países ricos tendrán que subvencionar gastos de los menos ricos. Fundamentalmente es una relación intergeneracional. Los hijos van a tener que pagar, directa o indirectamente, los gastos médicos de los padres.
P. ¿Qué porcentaje de población mayor de 65 años considera que es preocupante para un país?
R. Es una cuestión difícil de responder, porque no es económica, sino política. En Estados Unidos, por ejemplo, la proporción de gente que hoy cotiza a la Seguridad Social es de tres personas por cada una que recibe prestaciones. Calculamos que en 2030 o 2040 la proporción será de dos por uno. Esto significa que la gente que cotice dentro de 30 años va a tener que pagar el doble. Ahora se paga en torno al 12% en impuestos para la Seguridad Social y entonces se pagará el 24%. ¿Podrá la gente afrontar eso dentro de 30 o 40 años? Bien, dado el crecimiento de la economía estadounidense, la gente será el doble de rica en 2030, luego tendrán más dinero. No hay problema en ese sentido.
La cuestión, pues, no es ésa, sino cómo se sentirá la gente. Si a uno le proponen que pagando el doble de impuestos tendrá el doble de bienestar que el que tiene su padre ahora, puede decir que está de acuerdo o puede negarse. En cualquier caso, es una decisión política.
P. ¿Y cuál cree que sería la mejor opción?
R. Creo que la solución a largo plazo es que la OCDE analice las perspectivas del sistema que utiliza actualmente, que consiste en que los que cotizan ahora soportan los gastos de los jubilados de hoy, porque a ellos les sostendrán quienes coticen en el futuro. El futuro de este sistema depende de la demografía y de las tasas de natalidad y mortalidad. Ahora mismo, los países como España, Francia o Italia tienen muy bajas tasas de natalidad, y el número de personas que trabajarán y cotizarán en el futuro va a ser mucho menor. Es un grave problema.
El sistema no será viable si no son capaces de recortar las prestaciones y volver al viejo sistema, es decir, cubrir sólo a una parte de la población y que el resto sea sostenido por sus hijos. Se atendería así a los ciegos, enfermos y gente que no tenga hijos, pero no a todos. Algún tipo de compromiso habrá que adoptar.
P. ¿Se atreverán los Gobiernos a recortar las prestaciones?
R. De hecho, en Estados Unidos estamos en el proceso de recortar prestaciones. Se cortan, por ejemplo, retrasando la edad a partir de la cual se obtiene la pensión. Está ya legislado. En 1999 la edad para disfrutar de prestaciones pasó de los 65 a los 67 años y existe una gran corriente de opinión en el Congreso favorable a subir a 70.
Se están recortando de una segunda manera. La gente se está jubilando a una edad más temprana y nadie está diciendo que les van a pagar antes las pensiones de la Seguridad Social. Si en 1999 la edad media de jubilación estaba por debajo de los 60 y el Congreso está pensando elevar el comienzo de las prestaciones a los 70, la gente va a tener que ahorrar o permanecer en activo para poder autofinanciarse hasta que la Seguridad Social empiece a pagar. Y esos 10 años pueden ser más de la mitad de la vida después de la jubilación.
P. ¿En qué medida son una solución los planes de pensiones que los Gobiernos están promocionando?
R. Tampoco es un asunto estrictamente económico. Lo que interesa desde el punto de vista de la economía es qué parte del PIB va a ser consumida por los ancianos. Quién pagará es un asunto político. El ahorro privado es muy atractivo políticamente, porque si pensamos en la Seguridad Social en Estados Unidos como una forma de inversión, los beneficios son muy bajos, en torno al 2%. Yo fui invitado a suscribir seguros privados como profesor de universidad y el porcentaje de renta anual sobre lo que yo ingresé está en torno al 16%.
Otro problema es que el Congreso puede votar en cualquier momento una ley para rebajar lo que me pagará. No me garantizan un retiro con el 2%. La gente que se retiraba hace 20 años tenía un promedio de retorno del 9%, mucho más que ahora. La mayoría de los jóvenes de clase media en EE UU son muy pesimistas en relación a lo que pueden esperar de la Seguridad Social, y por eso suscriben seguros privados e instrumentos similares.