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La Enoteca

El feudo de la pedro ximénez

Vastas plantaciones de PX coronan los cerros de la DO Montilla-Moriles, en la que se elaboran vinos generosos que se sitúan entre los de mayor calidad de Europa

Al sur de la provincia de Córdoba se extienden las 18.500 hectáreas de viñedos de la DO Montilla-Moriles. Esta zona cuenta con una larga tradición vitivinícola, ya en tiempos de los romanos se cultivaba la vid. En la actualidad, en estas tierras se elaboran vinos generosos de gran calidad que compiten en el mercado nacional e internacional con los de la vecina comarca de Jerez.

Las cepas crecen a una altitud entre los 300 y 600 metros sobre el nivel del mar, coronando cerros blancos de albero. Los alberos son tierras blancas de tipo calcáreo excelentes para el cultivo de la vid por su capacidad permeable y su poder de retención del agua. Las tradicionales albarizas adquieren una mayor notoriedad en la sierra de Montilla y en los Moriles Altos (o pagos altos de Moriles). Estos cerros blancos comparten paisaje con otros de color rojizo, conocidos como ruedos y ricos en hierro, menos propicios para los vinos de calidad. El clima es mediterráneo con cierto carácter continental por la altitud y la interioridad de los pagos. Con veranos largos y calurosos e inviernos cortos y fríos, las cepas se benefician de muchas horas de sol que proporcionan un alto contenido de azúcares a las uvas.

Mientras que en Jerez la variedad principal es la palomino, en Montilla-Moriles la reina indiscutible es la pedro ximénez (PX), que ocupa aproximadamente tres cuartas partes de las plantaciones. Su origen es alemán y, según la bibliografía existente, fue importada en el siglo XVI por un soldado de Carlos V. La PX comparte espacio con otras variedades como la moscatel, la airén y la baladí, todas ellas viníferas blancas. A pesar de esta diferencia, Jerez y Montilla-Moriles tienen muchas cosas en común, de hecho, los consumidores han confundido hasta no hace mucho el vino de Montilla-Moriles con el de Jerez. Ambas DO comparten el modo de clasificar sus vinos (finos, amontillados, olorosos, palos cortados, rayas, etc.) y las técnicas de crianza (sistema de soleras y criaderas).

Durante mucho tiempo, Jerez exportó como propio el vino de esta denominación. Cuando llegó la prohibición de exportar vinos, el sector vitivinícola de Montilla-Moriles entró en crisis y lanzó distintas campañas de promoción. Y, aunque en el mercado internacional continúan dominando los vinos jerezanos, esta búsqueda de identidad sirvió a los vinos de Montilla-Moriles para labrarse un importante hueco en el mercado nacional.

El fino es la estrella de esta comarca del sur de Córdoba, siempre buen compañero de entremeses y mariscos. De color pálido amarillento, seco, un poco amargo en boca y de nariz punzante, posee más cuerpo que el fino de Jerez y una graduación alcohólica más elevada (entre 14º y 17,5º). Los amontillados, ideales como aperitivo, son los reyes de los vinos generosos. Toman tonos ambarinos y color oro viejo muy transparente. Son secos y avellanados. Su graduación varía entre los 16º y los 22º. Los olorosos son vinos de mucho cuerpo, aterciopelados, de color caoba oscuro, de aromas destacados y, por lo general, secos. Su graduación es muy alta (de 18º a 20º). Por último, el exquisito vino dulce pedro ximénez, una de las joyas de esta denominación. Se trata de un vino de color oscuro fragante y frutoso, que se elabora a partir de uvas pasificadas al sol, después de vendimiadas. Según la normativa del Consejo Regulador, la crianza debe realizarse por el tradicional sistema de criaderas y soleras, durante un tiempo mínimo de dos años y en vasijas de roble de capacidad máxima de 1.000 litros. Además de vinos generosos, se elaboran también vinos blancos jóvenes, caracterizados por su carácter frutal y floral y por ser equilibrados y ligeros.

Solera 1910 Pedro Ximénez

 

Solera 1910 presenta un precioso color negro azabache con irisaciones yodadas, casi opaco. Altísima intensidad aromática en la fase olfativa, resultando complejo, concentrado, elegante y muy fragante; dominan las notas de pasificación. En boca es espectacularmente sedoso, glicérico y muy untuoso. Extraordinario equilibrio en la relación azúcar-acidez. Pleno de sensaciones sápidas, termina en el final de la boca con sutiles recuerdos tostados y de hollejo de uva pasa que perdurarán casi infinitamente en el paladar. Ideal acompañante en la sobremesa de trufas de chocolate amargo, arroz con leche y dulces clásicos como las pastas de té. Atrévase a degustarlo con quesos azules como el cabrales o el roquefort.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bodega: Alvear. Crianza: envejecimiento por el sistema de criaderas y soleras. Variedades: pedro ximénez. Temperatura de servicio: 10-12º C. Precio aproximado en bodega: 35,76 euros.

Don PX 2001 Pedro Ximénez

 

Bodegas Toro Albalá ha elaborado este vino con los frutos de sus viñedos ubicados en Moriles Alto. El vino Don PX es el único que comercializa esta bodega sin someterlo antes a crianza en botas de roble. Don PX 2001 presenta en cata un color topacio con ligeros reflejos ambarinos. Limpio y brillante. Aromas afrutados de intensidad alta, con notas de miel, frutos secos y ligeros toques pasificados, algo punzante. En boca es dulce, denso, glicérico y bien equilibrado. Por vía retronasal aparecen agradables notas de caramelo tostado. Buena persistencia final. Se degustará sólo de sobremesa o acompañándolo con postres como la tarta de almendra y avellana, mazapanes o tarta de Santiago.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bodega: Toro Albalá. Crianza: un año de depósitos, no envejecido en botas de roble. Variedades: pedro ximénez. Temperatura de servicio: 10-12º C. Precio aproximado en bodega: 11,60 euros.

Gran Barquero Amontillado

 

Gran Barquero presenta en cata un color ámbar con suave ribete yodado, cristalino y brillante. Aromas de gran intensidad complejos y penetrantes; destacan elegantes notas tostadas, recuerdos de pastelería sobre un agradable fondo de frutos secos tostados -avellana y almendra-. En boca resulta armonioso, redondo y con un gran equilibrio acidez-cuerpo-alcohol; pleno en mitad de boca resaltando sabores que recuerdan a la avellana. Persistencia final expresiva. Excelente como aperitivo y acompañando la clásica fritura andaluza, el jamón ibérico o las tortillitas de camarones. Realzará platos basados en vísceras, como riñones o higaditos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bodega: Pérez Barquero. Crianza: biológica, y posteriormente oxidativa; por el sistema de criaderas y soleras, durante más de 15 años en botas de roble. Variedades: pedro ximénez. Temperatura de servicio: 12-13º C . Precio aproximado en bodega: 7,21 euros.

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