La tasa anual de inflación de la zona euro baja al 1,7% en junio, la más baja desde 1999
El IPC interanual de la zona euro bajó tres décimas en junio, colocándose en el 1,7%, según el dato provisional publicado ayer por la agencia de estadísticas Eurostat. Se trata del indicador de precios más modesto desde septiembre de 1999 y es la primera vez que baja del tope del 2% fijado como objetivo por el BCE desde mayo de 2000.
Jonathan Faull, portavoz de la Comisión Europea, respondió al dato provisional de IPC diciendo que 'la inflación está ahora considerablemente por debajo del objetivo del BCE y, teniendo en cuenta la debilidad de la economía, es improbable que veamos una subida de tipos antes del cuarto trimestre'. Sin embargo, las previsiones del BCE apuntan a que se cerrará el año con un IPC de entre 2,1% y 2,5%, y la mayoría de los analistas cree que el indicador repuntará en septiembre.
Diferencial
El índice definitivo y el desglose por países se conocerán el próximo 17 de julio, y los datos publicados por ahora indican que probablemente será inferior al 2%.
Italia anunció ayer una tasa interanual de inflación del 2,2% en junio, una décima menos que en mayo y la más baja en 30 meses. En Alemania, el IPC está al 0,9%, el nivel más bajo desde noviembre de 1999. Bélgica también ha publicado un dato de IPC interanual modesto (0,88%). Y en Francia anunciaron ayer que los precios industriales cayeron un 1,5% interanual en mayo.
En cualquier caso esta bajada del IPC europeo acrecentará, casi con toda seguridad, el diferencial español con la zona euro. Ya el pasado mes de mayo este diferencial marcó una cota histórica de 1,7 puntos, pues el índice armonizado español fue del 3,7% frente al 2% del armonizado de la eurozona.
La subida del euro, que se ha apreciado en torno a un 12% frente al dólar en lo que va de año, está ayudando a mantener controlados los precios. Ello permitirá al BCE mantener por ahora sin cambios los tipos de interés, con el consiguiente efecto dinamizador de la demanda.
La cara negativa del repunte de la divisa común europea es el posible daño a las exportaciones, pero los responsables económicos europeos creen que este peligro no es grave porque buena parte del comercio exterior de los Doce se produce con países del bloque monetario.