El mercado desestima los fundamentos económicos de Brasil
La incertidumbre que rodea al resultado de las elecciones, pese al periodo de tiempo que aún resta para su celebración, está siendo el determinante del fuerte deterioro de la valoración que los mercados hacen de Brasil. La posibilidad de que Luiz Inácio Lula da Silva, candidato que por el momento goza de un amplio margen en las encuestas, gane finalmente las elecciones y se aleje de la ortodoxia económica practicada en los últimos años por las autoridades brasileñas, está pesando tanto sobre las medidas de riesgo-país como sobre la cotización del real.
Esta valoración obedece por tanto a consideraciones políticas, ya que los fundamentos de la economía brasileña no la justifican, y apuntan que la recuperación de la actividad estaría ya en marcha.
La preocupación del mercado por la posibilidad de una victoria de Lula es, al margen de su justificación, evidente, y será difícil que esa desconfianza se invierta en el corto plazo, por lo que la única posibilidad de asistir a reducciones del riesgo-país y un freno a la caída del real sería un estrechamiento de la ventaja que otorgan las encuestas a Lula.
En este sentido, los intentos del Gobierno de Fernando Henrique Cardoso por calmar a los mercados han tenido un efecto efímero. Pese a la salud de los fundamentos de la economía brasileña, la desconfianza del mercado llega en un momento muy delicado, ya que el repunte de las rentabilidades exigidas coincide con un elevado calendario de pagos a los que tiene que hacer frente Brasil, que de no poder refinanciarse en el mercado interno alguno de estos vencimientos se acentuaría el ciclo de mayores rentabilidades exigidas y depreciación del real.
El principal problema con el que se encuentra Brasil es, por tanto, de captación de inversión extranjera, tanto directa como en cartera, ya que, el sector exterior se beneficiará de la depreciación del real, mientras que el efecto sobre la inflación será, de no empeorar la situación, transitorio.
Mayor objetivo de precios
En este sentido se expresaba el Banco Central de Brasil, que pese a haber elevado su previsión de inflación para 2002 hasta el 5,5%, contempla una vuelta a niveles inferiores al 3,25% (el objetivo que tiene fijado la autoridad monetaria). Tampoco se ha producido un cambio de sesgo en la política monetaria (el último Comité de Política Monetaria -Copom- mantenía tipos y conservaba el sesgo relajador) al considerar que los actuales movimientos del mercado son de carácter transitorio.
Aunque por el momento las cifras de actividad no se están viendo afectadas por el deterioro de las condiciones de los mercados financieros, habrá que seguir con atención la evolución de los acontecimientos, ya que una percepción de mayores posibilidades de victoria por parte de Lula o la radicalización del discurso esgrimido por este candidato podrían comprometer seriamente la capacidad de hacer frente a los pagos de deuda en el medio plazo.
Por el momento, sin embargo, parece que se están tomando las medidas necesarias para contar con el respaldo de los organismos multilaterales (los últimos datos arrojan un aumento del superávit primario del Gobierno hasta mayo, y una corrección del déficit por cuenta corriente). Queda ahora por ver si el mercado financiero premiará los esfuerzos de la actual Administración, o si por el contrario pesarán más los temores a que un eventual Gobierno dirigido por Lula abandone la ortodoxia económica que ha caracterizado a Brasil en los últimos años.