Más allá del aspecto psicológico
Hay varias cantinelas de moda en la Bolsa española desde hace cuatro semanas. La primera es que la ofensiva vendedora tiene componentes psicológicos de pánico más que bases de racionalidad determinadas por la valoración de las empresas que cotizan en Bolsa. De asumirse este aspecto, la Bolsa española debería girar ya al alza al arrojar múltiplos bajos.
Otra canción que ocupa los primeros puestos en el ranking de las más escuchadas es que todos los veranos hay un rally alcista en la Bolsa. Este sentimiento no se ajusta a la realidad. Los veranos son desiguales y nunca se produjeron movimientos de alzas generalizados.
Quienes pregonan estas buenas nuevas quizá añoren los ferragostos de hace más de 20 años cuando con volúmenes de negocio testimoniales se mejoraban los valores en un juego más de manipulación de precios que otra cosa.
La tercera canción, o la primera, que tanto monta, es que la claudicación final será la que facilite la recuperación del mercado. Cuando se observan escenas de pánico como las de los dos últimos viernes y luego se escucha que no ha existido claudicación a los observadores se les frunce el ceño.
Canciones, en fin, que tratan de justificar procesos bajistas fuera de los circuitos que los provocan. A estas alturas de curso a algunos se les olvidan los resultados de las empresas como indicativos de las valoraciones ciertas a través de sus cotizaciones en Bolsa. En la recta final del primer semestre, la acumulación de datos previos sugiere que los resultados empresariales no serán boyantes ni en Estados Unidos ni en la zona euro.
Las Bolsas, como norma, siguen con valoraciones altas, principalmente en aquellas compañías que más influyen en la confección de los principales índices. O lo que es lo mismo, aún queda recorrido a la baja.