Un antiguo sindicalista que pacta con los liberales
El líder del Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inácio Lula da Silva, de 56 años, vive con ésta su cuarta campaña electoral y, como en las anteriores, parte como principal favorito a cuatro meses de los comicios. En esta ocasión, varios factores corrían a su favor hasta que el temor de los brasileños a una crisis como la argentina ha dado un giro a su carrera ascendente hacia la presidencia de la república.
Lula ha desplegado el pasado fin de semana una intensa actividad destinada a calmar los temores de unos inversores que, en las últimas semanas, huyen de sus posiciones brasileñas. El antiguo sindicalista y radical de izquierdas ha remitido una carta a los electores en la que se compromete a honrar los compromisos externos de Brasil (el pago de la deuda externa que en otras campañas cuestionó) y a seguir la senda marcada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), aunque reconoció que 'preferiría no tener que pedir ayuda al Fondo, pero resulta imprescindible'.
Su reciente alianza con el derechista Frente Liberal, algo impensable con sus antiguas posiciones, supone en el fondo insistir en el mismo mensaje. Lula asegura que mantendrá las políticas en favor del mercado, el superávit primario, el control sobre las cuentas públicas y la fijación de bajas metas de inflación, todo desde el consenso.
Para las mismas políticas, los inversores parecen preferir lo conocido.