El DNI de los artículos de consumo alcanza la madurez
Cronómetro en mano, los responsables de los supermercados Ecovol (hoy reconvertidos en Makro y Carrefour) comprobaban hace ahora 20 años que leer el precio de los artículos mediante el código de barras era más rápido que el procedimiento habitual entonces de teclear en la caja registradora el importe de cada compra. No obstante, las cajeras no estaban aún acostumbradas al nuevo procedimiento y muchas de ellas acababan antes introduciendo los datos a mano que pasando ese nuevo artilugio por encima de la serie de barritas y números que había en cada producto.
Mercadona, Caprabo y la empresa andaluza Ecovol fueron las primeras cadenas españolas de distribución que implantaron el código de barras. Poco antes algunos fabricantes de los sectores de la alimentación y la droguería ya habían empezado a incorporar los códigos de barras en sus artículos. Este nuevo concepto, que llegó a España en 1977 con la creación de la Asociación Española de Codificación Comercial (Aecoc), se ha convertido en un elemento imprescindible dentro del ámbito de la distribución. Es el DNI de los productos de gran consumo y hoy prácticamente el 100% de los artículos están identificados con el código de barras al mismo tiempo que la práctica totalidad del comercio organizado está equipado con escáneres.
Mercadona fue la gran pionera y lo hizo porque se trataba de un 'sistema inequívoco de identificación que permitía automatizar el tratamiento de la información y evitar posibles errores. Se trataba de una apuesta de futuro en la que tanto 'el jefe (el cliente) como el trabajador salían claramente beneficiados', señalan fuentes de la compañía valenciana.
La gran revolución que ha supuesto el código de barras es la organización de toda la cadena porque ahora todos, fabricantes, intermediarios y distribuidores, hablan el mismo idioma y saben exactamente qué es lo que se está comprando y vendiendo, señala José María Bonmatí, director de Aecoc.
Ahorro de costes
Ha habido un antes y un después a la implantación del código de barras. El ahorro de costes que ha supuesto este sistema de identificación no se centra sólo en la rapidez y facilidad de cobro en las cajas registradoras con la consiguiente reducción de personal, sino también en la mayor eficiencia a la hora de gestionar la mercancía. Según Bonmatí, los ahorros directos que supone la implantación del código de barras en una empresa de distribución se amortizan en sólo dos años, pero los más importantes son los intangibles que se derivan de la gestión de las existencias.
Como explica Pere Botet, vicepresidente de Caprabo, 'los beneficios aportados por la utilización del código de barras han sido elevadísimos. No hay que olvidar que este sistema permitió en su momento automatizar procesos que hasta entonces se hacían de forma manual'. 'La automatización supone acabar con los posibles errores que, en ocasiones, se derivan de los procesos manuales y que también se traducen en pérdidas innecesarias', añade.
Pero si desde el punto de vista de la distribución este sistema de códigos ha sido clave para la estandarización de la codificación y la homogeneización de toda la cadena, también ha sido esencial respecto al cliente. Sobre todo porque, como señala Amparo Molleda, directora de la Unión de Consumidores de Cataluña, el código de barras 'supone una mayor agilidad' en la adquisición de los productos, reduce 'el tiempo de espera para el cobro', es decir, las colas y permite que el producto 'aparezca mucho más detallado en la factura de la compra'.
Pero estas ventajas son sólo la parte más visible de cara al cliente. En realidad, las empresas de distribución han dado ya un paso más en su relación con el consumidor y para ello aprovechan la información que les proporciona el código de barras y otros sistemas identificativos como las tarjetas de fidelización.
Dar gusto al cliente
Según Epifanio Delgado, directivo de Informática El Corte Inglés, 'el mundo de la distribución va a ser capaz de adecuarse a los gustos del cliente y personalizar la oferta en función de sus necesidades'. Esto supone pasar de la distribución de masas a la distribución selectiva.
El supermercado podrá enviar entonces al cliente un catálogo con las ofertas de vinos de Rioja, si es lo que habitualmente consume, o con los últimos lanzamientos discográficos si así se refleja en la información que de él va obteniendo la cadena.
Pero, además, el código de barras juega un papel clave en los procesos internos de las compañías, ya que agiliza el proceso contable y financiero de la empresa. En este sentido, se puede saber en tiempo real si se tiene en almacén un producto que escasea en la tienda para proceder a su inmediata reposición o si, por el contrario, no hay existencias y es necesario pedirlo al proveedor.
El último paso del proceso es el que conecta toda esta gestión interna de la mercancía con los propios proveedores o agentes externos con los que la empresa tiene relación. En este aspecto, se puede llegar a tal punto que el fabricante llegue a saber en cada momento qué es lo que se está moviendo en la tienda para decidir de forma casi automática la reposición de los productos. Naturalmente, para ello, es necesario apoyarse en otro tipo de herramientas como los sistemas informáticos.
Un futuro con chips en todos los sectores
Las verduras, la fruta, embutidos, productos higiénicos y de limpieza, latas de conserva, alguna camiseta y un par de zapatillas se amontonan en el carro de la compra cuando el cliente se dispone a salir del híper. Primero tiene que sacar toda la mercancía para que la cajera lo pase por el escáner (un procedimiento rápido pero que requiere su tiempo), y luego introducirlo en las bolsas para llevarlo a casa. Esto ya es casi el pasado.
Las nuevas líneas de investigación trabajan en la introducción de unos microchip en cada producto que, mediante un sistema de radiofrecuencia, permita pasar todo el carro completo por debajo de un arco lector que registre la información (incluido el precio) de forma inmediata y sin necesidad de sacar cada artículo del carrito.
Estos novedosos sistemas son un paso más en la evolución del concepto de código de barras. Además de incluir datos sobre el precio, fecha de caducidad y de producción, pueden incluir información sobre los intermediarios y el destino final de la mercancía. De momento, se está empezando a aplicar en centros logísticos, pero en el futuro se adecuará para los establecimientos de gran consumo y de cara al cliente.
Otra de las tendencias que se está dando en la utilización del código de barras es la expansión del sistema hacia otros sectores diferentes de la distribución. En este sentido, las empresas textiles ya lo están aplicando y las ferreterías (unos establecimientos en los que hay un gran número de referencias) también están haciendo lo propio. Para ello se están creando líneas de conexión con los fabricantes.
Pero lo más novedoso es la implantación del código de barras en el sector sanitario, sobre todo en los hospitales. Hay que tener en cuenta que aquí se manejan enormes cantidades de dosis, pruebas médicas, fármacos y suministros de todo tipo, y que este sistema de codificación no sólo permite ahorros sino que, sobre todo, evita errores.