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Secretos de despacho
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Swatch, siempre en hora

El director general en España del grupo relojero, Javier Boter, tiene la costumbre de llevar dos relojes en la muñeca; uno caro, el otro, barato. Y califica su lugar de trabajo, decorado con carteles de sus marcas, como un espacio funcional y práctico

No podía ser de otra manera. Javier Boter, director general del Grupo Swatch, lleva dos relojes, uno en cada muñeca. Uno caro, un Breguet aeronaval, de unos 6.000 euros; el otro, barato, no más de 60 euros. 'Es política de la casa que los ejecutivos llevemos siempre dos relojes, aunque éste (se refiere al caro) me lo he comprado yo'. Aviso a todos aquellos que se encuentren con Boter, siempre se fija en el reloj de otros. 'Es por deformación profesional', aclara.

Hace gala de una gran virtud hoy día, la puntualidad. Aunque comprende, eso sí, los retrasos del personal. 'Entiendo y disculpo, en algunos casos, la impuntualidad. Con la vida tan caótica que se lleva, el tráfico, los imprevistos, la gente se retrasa', explica. Lo que si procura es que todas las reuniones que convoca empiecen a la hora prevista, 'lo contrario sería una descortesía'.

El despacho de Boter está situado en un polígono industrial próximo al pueblo de Fuencarral en Madrid. Trabaja acompañado de fotografías de su esposa, hijos y nietos, y de varios carteles con anuncios de las marcas del grupo, que distribuye, entre otros, modelos de Swatch, Breguet, Hamilton, Balmain, Tissot, Certina o Calvin Klein. Reconoce que no tiene marca preferida, para él todas son iguales. 'A todas les tengo que tener afecto y cariño', añade. Y entre los adornos que cuelgan de la pared, un póster de Alex Crivillé, corredor de motociclismo que hace tiempo patrocinó Certina. 'Le tengo un gran cariño porque el tiempo en el que tuvimos relación fue muy agradable', señala. En cuanto a la decoración, explica que no le preocupa en exceso, sólo pide luminosidad.

Nació hace 61 años en Barcelona, pasó por la facultad de Físicas, se matriculó en la Escuela Oficial de Cinematografía y finalmente se licenció en Dirección de Empresas por Icade. Casi toda su trayectoria se desarrolló en la empresa Kodak, donde comenzó a trabajar como jefe de la división de cinematografía.

Posteriormente fue nombrado director nacional de ventas y director de marketing en España y después de una temporada en EE UU fue nombrado adjunto al presidente y director de créditos y sistemas de información. En 1983 fue trasladado a Londres como director de marketing y planificación para Europa y en 1987 fue nombrado director general en Irlanda.

Hace seis años entró en el Grupo Swatch en España como director general. Desde entonces, según anota Boter en un breve currículo, la empresa 'ha experimentado una importante expansión aumentando su cifra de negocios un 250%'. La empresa cuenta con una plantilla de 110 empleados repartidos entre Madrid y Barcelona, a los que exige entusiasmo por el trabajo que realizan y que sientan vinculados a las marcas para las que trabajan. 'Es importante junto con el saber disfrutar del trabajo que realizan', agrega Boter, que asegura que todo directivo debe ser responsable, buen profesional del área en el que desempeña su trabajo y debe estimular y entusiasmar a los que trabajan con él.

'Pero, además, deben saber escuchar y sacar partido de su relación con los demás. Yo procuro ser bastante abierto, me gusta que la gente me cuente sus cosas y que nadie se sienta presionado'. De momento, no piensa en la jubilación. 'Si el cuerpo aguanta, espero seguir muchos años'. Valga como dato que el presidente mundial de la compañía tiene 74 años y sigue al pie del cañón.

A gusto con papel y lápiz

 

Reconoce que le gusta tener siempre a mano papel y un lápiz. 'Me gusta tomar notas o explicar las cosas sobre el papel'. Utiliza el ordenador, aunque reconoce que hoy día se vive demasiado esclavo de las nuevas tecnologías y, en especial, del correo electrónico. 'Se trata de herramientas imprescindibles para el trabajo, aunque creo que todavía sigue siendo indispensable el contacto personal', añade Boter.

 

 

 

 

 

 

 

Sobre la mesa de trabajo tiene dos tazas de café, y asegura que ha reducido la ración diaria de cafeína de cinco cafés a dos.

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