'Hasta hoy no tengo muertos en el armario'
Tiene 68 años y no piensa en la retirada. José María Pujol Artigas, que esta semana recibió el premio al empresario ético, concedido por 'The Economist' y Spencer Stuart, asegura que el secreto está en 'ser honrado y parecerlo' y en saber delegar
Quienes le conocen le describen como 'una persona éticamente correcta, impecable, que nunca ha dado muestras de falta de ética'. Con una gran sonrisa y una sencillez propia de aquellos que parecen satisfechos de su trayectoria y de su manera de ser, acudió esta semana a un hotel madrileño José María Pujol Artigas, presidente de Ficosa International, a recoger el premio a la ética en el éxito empresarial, concedido por The Economist y la empresa de cazatalentos Spencer Stuart. Nació hace 68 años en Rubí (Barcelona), con 14 años simultáneo los estudios con su trabajo de aprendiz en un taller mecánico de repuestos para coches. Le sugirió a su padre comprar un taller para fabricar cables para automóviles. Y ahí comenzó su aventura empresarial: Ficosa International, fabricante de sistemas y componentes de automoción, que funciona en 18 países, da empleo a 6.400 personas en todo el mundo y el año pasado facturó 667,07 millones de euros. Además, entre otros cargos, es presidente de la Asociación Española de Fabricantes de Componentes para Automoción (Sernauto), presidente del Patronato de la Universidad Internacional de Cataluña y presidente de la Fundación Familiar Catalana. Pujol Artigas saluda con un breve abrazo al ministro de la Presidencia, Juan José Lucas, y se disculpa porque tiene que atender a la prensa. Acto seguido se frota las manos y dice que comience la entrevista.
Pregunta. ¿Por qué cree que se merece este premio?
Respuesta. Francamente, no lo sé. Cuando uno se hace mayor, en las etapas últimas de su carrera, que no al final de la carrera porque a mí todavía me quedan muchos años de cuerda, a uno le dan premios. Al ego le ilusiona cuando le dan un premio, pero cuando uno se lo cree demasiado eso no es bueno. Este premio al empresario ético tiene una carga de compromiso seria. Te dicen que tu trayectoria es ética y para mí todo eso es algo más, es ser honrado pero además parecerlo. Es una gran responsabilidad y eso te hace ser mucho más vigilante y cuidadoso con todo lo que haces.
P. ¿Usted no guarda muertos en el armario?
R. Hoy no, pero mañana nunca se sabe. Yo tengo 7 hijos y 17 nietos y a mi mujer siempre le he sido fiel hasta hoy, mañana no lo sé. Esto te ayuda a ser consecuente con lo que eras antes. Hasta hoy no tengo muertos y, a partir de ahora, espero que no los haya. Siempre he procurado llevar una vida coherente con mis pensamientos y con mi manera de ser.
P. Parece a primera vista que muy pocos se libran.
R. Lo que nos está ocurriendo es que hay una crisis de valores y eso es más difícil de arreglar. Todos esos grandes globos que han explotado, todo lo que ha ocurrido con las empresas de Internet, toda la especulación que ha habido, todos los que se han enriquecido, todo esto no es más que una carencia de valores dentro de la sociedad. O recuperamos los valores o lo vamos a pasar muy mal. El dinero, el éxito, el tener más que el ser, todo eso ya no está bien visto en estos momentos.
P. ¿Cuál cree que es la principal carencia para que exista este vacío de valores?
R. Ha calado el éxito, el consumir, lo fácil, el gusto por el dinero y en todo esto ha perdido la sociedad, la familia, porque el país no es otra cosa que la suma de individuos, de familias. ¿Dónde están los ideales?, ¿por qué hay tantos desastres políticos? Hoy todo el mundo va a lo fácil y a la componenda.
P. ¿Cómo definiría su manera de actuar como empresario?
R. Mi motor en la vida ha sido soñar siempre con los pies en el suelo, haciendo partícipe de todo esto a mi gente. Ahí ha estado el éxito de la compañía, que hoy está en 18 países. Soñar con ideas se contagia y la clave del éxito está en el equipo de profesionales. Es importante poner nombre y apellidos a todos, que exista un contacto personal. El éxito de una compañía es el trabajo en equipo, la actitud, la ilusión, la capacidad de enamorarse de un proyecto y el afán de superación.
P. Desde la experiencia, ¿qué consejo le daría usted a un joven ejecutivo?
R. Que tenga en cuenta más el ser que el tener. Que trabaje duro, que sueñe y que conciba el trabajo como un servicio a los demás. Pero, por encima de todo, es fundamental que quiera a la gente con convencimiento. Tiene que fomentar un modelo de relacionas laborales donde cada trabajador se autovalore y sea valorado por sus compañeros en función de sus propias capacidades. Yo he llegado a la conclusión de que sin ética uno no es feliz, por mucho dinero y mucho triunfo que se consiga. Al final no se es feliz y eso no es rentable. La mala ambición lo corroe todo, desgraciadamente acaba con todo.
P. ¿Usted no tiene ambiciones?
R. Para crear una compañía que funcione, con profesionales que se lo pasen bien, que no miren el reloj y que sean felices.
P. Usted pide a sus empleados que no miren el reloj cuando últimamente dentro de las empresas se pregona la necesidad de conceder horarios más flexibles con el fin de compatibilizar vida privada y profesional.
R. Sí, pero cuando yo hablo de que no miren el reloj me estoy refiriendo a que no se pierda el tiempo con chorradas. Lo más importante es la familia, eso lo tengo claro, pero en el trabajo perdemos el tiempo con chorradas.
P. ¿Ha pensado en la retirada?
R. No, ni me lo he planteado. Seguiré hasta que Dios quiera. Lo que sí haré será continuar al frente de la compañía, pero delegando cada vez más en el resto de los ejecutivos de la compañía. Es fundamental saber confiar y delegar en tu equipo de profesionales.