Caruana asegura que una elevada inflación perjudica la competitividad
No obstante, Caruana puso el acento en los riesgos que conlleva una inflación descontrolada, sobre todo por el deterioro que provoca en la competitividad.
La evolución de los precios durante el mes de mayo volvió a levantar más de un dolor de cabeza, ya que la tasa interanual permaneció inamovible en el 3,6% (3,7% en términos armonizados) y la inflación subyacente alcanza ya el 4,1%. Si el pasado jueves era el Gobierno quien reconocía que hoy por hoy es el principal problema de la economía española, ayer suscribió esta preocupación el gobernador del Banco de España, durante el discurso pronunciado en la presentación del informe anual ante el consejo de gobierno de esta entidad.
Caruana aseguró que el mantenimiento de diferenciales positivos de crecimiento de precios y de costes con la UEM (que se encuentra en el nivel más alto desde 1996 a la espera del dato oficial del IPC europeo de mayo) puede plantear 'graves riesgos' en la evolución de la competitividad. A pesar de que su intervención ante el consejo de gobierno fue bastante positiva a la hora de valorar la evolución de la economía española en 2001, hizo énfasis en los aspectos que consideró que todavía arrojan sombras, como son, además de la elevada inflación, el escaso dinamismo del que da muestra la inversión en bienes de equipo o el reducido avance de la productividad, de la que señaló que detrás de sus reducidas ganancias en los últimos años está el efecto beneficioso de las políticas de fomento de la ocupación.
Otro de los aspectos que recalcó Caruana fue la necesaria moderación salarial, de la que destacó que no se ha trasladado con igual incidencia a todos los sectores productivos. 'La combinación de una estructura salarial poco flexible con la todavía insuficiente competencia en algunos sectores de servicios ha fomentado el fenómeno de inflación dual, que sustenta el diferencial de inflación con la unión económica y monetaria', explicó.
Respecto al análisis del mercado de trabajo, el gobernador del Banco de España manifestó que todavía persisten elevadas tasas de temporalidad, así como un elevado nivel de desempleo, en especial por parte de algunos colectivos, lo que además señaló que tiene que coexistir con escasez de mano de obra en algunas regiones y actividades concretas, lo que pone de manifiesto la necesidad de continuar con el programa de reformas.
A este respecto, consideró importante continuar apostando por la creación de incentivos que aumenten la participación efectiva en el mercado laboral y en la descentralización de la negociación colectiva, 'de forma que se adapte mejor a los condicionamientos de las empresas y a las características de los trabajadores'.
En cuanto al grado de apertura de los diferentes mercados, Caruana aseguró que debe profundizarse el impulso liberalizador de las reformas acometidas o anunciadas, y así puso como ejemplo la reforma pendiente del suelo. Otros sectores en los que debería introducirse más competencia, según Caruana, son el de las telecomunicaciones, la electricidad, el transporte y la distribución.
El beneficio del Banco de España cae un 16,8%
El Banco de España obtuvo en 2001 un beneficio neto de 4.793,5 millones de euros, lo que representa un descenso del 16,8% respecto al resultado del ejercicio anterior y la primera caída en los últimos dos años, según los datos contenidos en el informe anual del organismo supervisor, presentado ayer. Las causas de este descenso se encuentran, según la entidad, en la política monetaria del banco central, que consiste en suministrar liquidez a las entidades financieras y que se desarrolló el año pasado en un entorno de tipos de interés bajos.
También han influido los activos en los que el Banco de España invierte sus recursos, y que fundamentalmente son títulos de renta fija en dólares estadounidenses, cuya rentabilidad media cayó el año pasado del 6,3% al 5,7%.
En el análisis de los resultados del Banco de España se observa una bajada del 15,92% de los ingresos netos por intereses y un descenso del 21,1% de las aportaciones por operaciones financieras, así como un aumento del 39,5% los gastos operativos, lo que condicionaría también la caída de sus beneficios. En concreto, los gastos pasaron de 312,8 a 436,45 millones de euros, partida que estuvo condicionada por el aumento de casi 100 millones de euros del coste de producción de billetes satisfecho por el banco.