'El auditor tiene que ser independiente y parecerlo'
Tuvo que pasar varios años fuera de España para dejar de ser el 'hijo de don Rodrigo' y ser reconocido como profesional de la abogacía. Hoy, Rodrigo Uría, madrileño de 61 años, defiende a capa y espada el buen comportamiento de los profesionales
Sabe perfectamente qué responder y lo que quiere que le pregunten. Rodrigo Uría, abogado madrileño de 61 años, dirige, según el directorio británico Chambers Global, el mejor despacho de negocios del año en España, Uría & Menéndez. Reconoce que sus principios fueron difíciles, 'era la sombra de mi padre'. Hasta que en 1974 decidió marchar a Estados Unidos para que a la vuelta no fuera tan difícil ser el 'hijo de don Rodrigo'. En plantilla tiene 300 abogados repartidos en 13 oficinas, que facturaron en 2001 un total de 78,07 millones de euros. Pero el dato que más le gusta a Uría es que ingresa por abogado 311.000 euros.
Pregunta ¿La abogacía española goza de buena salud en relación con la europea?
Respuesta. En primer lugar, conviene definir la abogacía española. Sólo en Madrid hay 35.000 abogados en ejercicio y en toda Alemania hay 80.000 abogados. Tenemos que acotar y hablar de abogacía de negocios, la que presta servicios a las compañías. En este campo, la abogacía ha mejorado inmensamente en los últimos 20 años. Se ha puesto al mismo nivel de profesionalidad y de calidad que la de negocios de la Europa continental. En este sentido, la llegada de las firmas extranjeras a España, sobre todo de las inglesas, ha sido positiva. Soy partidario de la competencia, si ésta es de calidad. Tener que competir con ellas nos ha dado impulso.
P. ¿Uría & Menéndez abandonó la red de despacho europeo para seguir manteniendo su independencia?
R. Abandonamos tras el desembarco del despacho Linklaters porque no queríamos ser absorbidos por nadie y porque somos obsesos de la calidad y de la formación. Tenemos dudas de que en una compañía con 3.000 abogados repartidos por 30 países pueda mantener la calidad. A nosotros nos fascina trabajar en una firma de calidad independiente. Hay un sector del ejercicio, el derecho del día a día, el asesoramiento del día a día a compañías no grandes normalmente, las organizaciones globales pueden funcionar bien, pero en grandes operaciones donde la compañía se juegue la vida, en grandes pleitos, compras. En estos casos, las grandes empresas tienen interés por los mejores despachos de cada país. Las grandes operaciones necesitan de calidad, imaginación, novedad y equipos intensivos que puedan trabajar mucho en poco tiempo.
P. El asunto Enron ha puesto en entredicho la relación entre abogados, consultores y auditores.
R. El caso Enron no es otra cosa que la explosión de la necesidad que tienen todos los profesionales de evitar conflictos de intereses, de mantener una política de incompatibilidades, es un problema ético. Es una vergüenza que abogados importantes sean consejeros independientes de compañías y que su bufete esté trabajando para esas compañías. Yo tengo tres consejos de administración, pues Uría y Menéndez nunca ha cobrado un solo céntimo de esas compañías. De esta manera, el auditor tiene que ser independiente y, como la mujer del César, parecerlo. Es importante parecerlo. Me da pena que haya habido que esperar al caso Enron para que algunos se dieran cuenta de la importancia y la necesidad de ser independiente.
P. ¿Cree que se han perdido los valores éticos?
R. A la vista de lo que está ocurriendo, creo que más que perderse los valores éticos se han ocultado.
P. En este sentido, ¿qué papel juegan los abogados?
R. Tiene una función importante de la que no se habla mucho. Realiza juicios profesionales, tiene que ser independiente del propio cliente. El abogado no tiene que dejarse llevar por el halago o por la relación con el cliente. A la hora de realizar juicios jurídicos hay que ser independiente. El abogado puede conseguir del cliente halago o respeto. El halago es fácil siempre que se pierde la independencia, el respeto es lo que hace volver al cliente.
P. ¿Las fusiones y el competir en mercados globales hace que al final se pierda la cultura empresarial?
R. La globalidad en cuanto al ejercicio de nuestra profesión hace que se disuelvan los principios de base de las firmas, la excelencia, la calidad en el análisis jurídico y en el servicio al cliente y la ética. Nosotros nos distinguimos en algo fundamental como es la raíz académica. Seguimos teniendo a catedráticos de universidad, profesores titulares y asociados. Tenemos un enfoque académico y práctico. Esta unión nos ha dado buenos resultados en cuanto a la profundización de los asuntos. Los profesores están al día y nos ayudan al resto de los abogados a profundizar en los temas. Me he cansado de que las prácticas multidisciplinarias se llamen bufetes de abogados, donde todos los socios son abogados en ejercicio. Hay que distinguir porque las normas éticas de la abogacía son las más estrictas de las que existen en cuanto a secreto profesional e independencia.
P. ¿Qué requisitos debe reunir un joven que quiera trabajar en Uría & Menéndez?
R. Recibimos cerca de 4.000 solicitudes de universitarios al año. Me interesa que el expediente académico sea bueno y que el candidato, por ejemplo, sepa tocar la flauta. Tiene que tener cultura y comprensión del mundo. Todos los seleccionados hacen un curso sobre deontología profesional de la firma. Los socios de Uría & Menéndez tienen prohibido invertir en Bolsa. Yo sólo puedo invertir en fondos. El resto de los abogados no pueden invertir por encima de los 6.000 euros. A los recién llegados les damos durante el primer y el segundo año 200 horas de formación, de manera que en el tercer año estarán bien formados. La formación universitaria en España es muy mala.
P. ¿Las nuevas tecnologías han influido en el despacho?
R. Inmensamente. Este despacho no se parece en nada a lo que era hace siete años. Nos hemos digitalizado. Antes era terrible la soledad que teníamos con los Aranzadi. Ahora está toda la información a mano. Han mejorado las relaciones con los clientes, se ha favorecido la comunicación. Pero no ofrecemos asesoramiento a través de la Red.