Batalla por los silbatos en el Mundial de Fútbol
Cuando suena el silbato que marca el inicio de cada uno de los partidos de la Copa del Mundo de Fútbol, dos hombres, separados por el Atlántico, prestan toda su atención. No se fijan en el encuentro, sino en el silbato, para ver si tiene o no una bolita dentro. Esta es la cuestión a la que se enfrentan los 72 árbitros del campeonato. Según el pito que elijan, los árbitros de la Copa Mundial votan por Simon Topman o por Ron Foxcroft.
La compañía J. Hudson & Co., de la que es responsable Topman, fabrica el Acme Thunderer, el primer modelo de silbato con bolita, nacido en el Reino Unido en 1884, para diferenciar el sonido de los árbitros del de la policía londinense. Modelos posteriores fueron usados por los oficiales del Titanic.
Por su parte, el ex árbitro canadiense Foxcroft fundó Fox 40 International en 1987 para sacar al mercado el Fox 40. Es el pito sin bolita más vendido en el mundo, después de que una de ellas quedara atascada en su silbato cuando arbitraba el partido de baloncesto que decidía la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1976.
Desde su oficina, Topman asegura que 'es más fácil soplar un silbato con bolita'. 'Eso son tonterías', se defiende Foxcroft, de 56 años, cuyas ventas anuales de 30,8 millones triplican las de los silbatos Acme, de Hudson.
Los silbatos de árbitro suponen sólo un 5% de las ventas anuales, por 10,6 millones, que realiza Hudson. Entre sus productos figuran también los silbatos para caza que replican los cantos de los pájaros. En 1988 vendió 100.000 unidades. Actualmente, la empresa vende 40.000 unidades al día en 119 países.
Ni la Federación Internacional de Fútbol, organizadora de la Copa del Mundo, ni las federaciones nacionales de este deporte recomiendan utilizar un determinado silbato. Cada árbitro compra su herramienta de trabajo y la elección es una cuestión puramente personal.
En España, la compañía Enebe es pionera en la fabricación de estos aparatos. Tiene también la distribución, en exclusiva, de la marca Fox en nuestro país. Anualmente fabrica, en España y Oriente, 300.000 silbatos de su propia marca (Naysir) que vende a 30 países. Paralelamente importa otros 200.000. El abanico de precios va desde 1 euro hasta 10, en función del material del que esté fabricado, según el director de división de la empresa, José Vicente Garrido. En los de color negro se usa un material termoplástico procedente del petróleo y los plateados son de latón bañados en cromo.
La compañía nació en 1962 de la mano de Juan Manuel Navarro y hoy su plantilla es de 100 personas. Sus silbatos no sólo tienen como destinatarios a los árbitros, sino que también se utilizan en tareas de salvamento, navegación y seguridad, además de en otros muchos deportes.